Las autoridades nacionales han dispuesto operativos para evitar la venta de pirotecnia en todo el país, como parte de las medidas de restricción por la amenaza que representa una nueva cepa de coronavirus encontrada en Reino Unido.
Estos controles deberían ser más exhaustivos, pues, no obstante, en la vigencia de la disposición durante la Navidad, hubo personas que utilizaron explosivos.
Se asegura que la contaminación que generan los explosivos en el aire puede aumentar la afectación de las personas con problemas respiratorios.
En estos tiempos, en que la emergencia sanitaria llevó a que se expidiera un nuevo estado de excepción, es necesario que los ciudadanos tomen todas las precauciones para evitar que un momento de diversión termine por afectar la salud de las personas del entorno.
Si la orden está dada, debe cumplirse. La inobservancia puede llevar a hechos que pudieran resultar tristes, no solo por la afectación de quienes están enfermos, sino por el riesgo de accidentes a que están expuestos los que manipulan explosivos.
La Policía y las Fuerzas Armadas deberían desplazar a personas que investiguen los sitios de venta de explosivos, para que luego tales productos les sean retirados y destruidos.
Si esa es la forma en que hay que hacer respetar la disposición, adelante.