Los fondos públicos deben ser manejados con austeridad, pero además con decencia.
Parece que es muy obvio y no es necesario decirlo, pero sí lo es.
Han salido a la luz pagos hechos por la Asamblea, que lucen inoportunos en medio de la crisis del país.
Los montos totales son pequeños y podría decirse que no representan nada frente a los grandes rubros que maneja el Estado, pero esos valores lucen altos y desconectados con la realidad. Y el hecho es que no son nuevos y tampoco son exclusivos de la Asamblea. Y ese es el problema de fondo.
La repetición en la lógica del manejo de los dineros públicos, es lo realmente importante.
“El manejo de los dineros públicos es más que un asunto financiero y legal”.
El inconveniente no es si la contratación o compra de un bien o servicio está justificado en la calidad de lo que se recibe; la pregunta es si éticamente corresponde hacerlo.
A los ecuatorianos se los ha cargado de impuestos y posiblemente pronto les pedirán nuevos sacrificios y aportes tributarios para cubrir gastos que se ven incomprensibles.
Los funcionarios públicos que deciden el uso de los fondos públicos no están pensando si un pago es esencial, si permitirá lograr un fin que beneficie a los ciudadanos. Esa reflexión debe ser clave siempre, pero más cuando el Estado no puede financiar servicios tan básicos como la salud.
¿El funcionario que ordena ese gasto pagaría esos valores si los recursos salieran de sus cuentas? Preguntas sencillas y respuestas comunes explican con simpleza, que el verdadero problema no solo es financiero y legal, también es ético.
Editorial de El Diario publicado este miércoles 22 de septiembre del 2021 en nuestra edición impresa.