Compártelo con tus amigos:

“Cuando un amigo se va / queda un espacio vacío / que no lo puede llenar / la llegada de otro amigo”. La canción sonó por primera vez en el año 1969 y situó a Alberto Cortez en el mapa musical internacional. 

Este cantautor argentino, mucho antes de morir (2011) detalló su significado y a su protagonista: “La escribí con el corazón destrozado, porque murió el mejor amigo que tuve en mi vida y ese fue mi padre”. 
Es una canción que tiende a sacudir los sentimientos más profundos, cuando se pierde a un entrañable amigo, a un compañero de estudios o trabajo, o a un querido familiar, como nos está sucediendo en los actuales momentos impredecibles, ante la pandemia COVID-19. 
“Estaba por actuar en Madrid y me enteré de su muerte. No sé qué pasó. Cuando terminó el espectáculo salí a caminar por la ciudad y la noche me pareció fría. Caminé hasta el amanecer, no sé adónde fui ni quiero recordarlo. Cuando regresé al hotel escribí todas las estrofas”, confesó.
La muerte es siempre un impacto irracional y más aún cuando se produce, en las situaciones actuales, ante ese letal enemigo invisible; o violentamente, como se produjo con la muerte de Facundo Cabral, asesinado, otro gran compañero vital, con quien interpretó la canción en varias ocasiones. En el año 2000 “Cuando un amigo se va”, “Alfonsina y el mar” y “Gracias a la vida” fueron consideradas las tres mejores canciones en castellano del siglo XX.
En estos días, asistimos a la triste despedida del universal Joaquín Salvador Lavado Tejón, conocido bajo el seudónimo inmortal de “Quino” (1932-2020), humorista gráfico e historietista argentino. Su obra más conocida es la tira cómica Mafalda, publicada en 1964. En lo local, ? también nos conmueve la ida de muchos maestros y médicos, quienes en el “campo de batalla”, sirviendo a sus semejantes, se contaminaron y no pudieron con la parca COVID-19.
“Cuando un amigo se va/queda un espacio vacío/que no lo puede llenar/la llegada de otro amigo./Cuando un amigo se va/ queda un tizón encendido/que no se puede apagar/ni con las aguas de un río. Cuando un amigo se va/una estrella se ha perdido,/la que ilumina el lugar/donde hay un niño dormido/(…) y se empieza a revelar/el duende manso del vino”.
Si queremos que los amigos, compañeros y familiares no se sigan yendo, nos debemos descuidarnos de las medidas preventivas y blindarnos de la seguridad, en la convivencia familiar y social.
 
Leonardo 
Moreira Delgado