Son días en los que no sé qué escribir, qué hacer o qué decir.
Podría escribir “Quiero dormir y despertar cuando todo esto haya terminado”, porque realmente es lo que estoy queriendo… Y sé que al igual que yo, muchos están queriendo lo mismo. Saltarse ese dolor que nos acongoja, nos aflige y nos oprime hasta el punto de no quererse levantar de la cama por miedo a sentir.
Quiero estar en el presente y por un momento dejar de pensar en el futuro. Un paso atrás para recordar todo lo que ha pasado. Un paso al frente y la incertidumbre del mañana nos corroe.
Pero aquí es abril y leo los índices de suicidio en aumento. Y yo no he dejado de pensar que todos quizás estamos rotos, dolidos y furiosos un poco.
Y quisiera escribir hoy sobre el dolor, porque todos parecemos ser inmunes a ello, cuando nuestra naturaleza como seres humanos demuestra lo contrario.
Nietzsche pone en boca de Zaratustra: “Es preciso albergar todavía el caos dentro de sí para poder dar luz a una estrella que danza”.
Hoy escribo, porque quiero decir que…
1.-Nadie tiene derecho a minimizar tu dolor. Porque por muy nimio que parezca, nadie es tú para saber cuánto duele.
2.- Cuanto más hablamos de lo que nos aflige, más lo comprendemos.
3.- Comprender es aliviar.
Alberguemos este tiempo, el presente, en nuestro interior, porque el pasado y el mañana no existen. Los viejos recuerdos, los futuros anhelos, sólo producen inquietud.
Quiero intuir que no dejemos el sufrimiento y la tristeza para mañana, porque se acumula y después, muy tarde hurgaremos en los recuerdos sin saber cuáles ni cuántos de ellos nos han aquejado por largo tiempo. Permitamos sentir nuestro dolor, abrazarlo, comprenderlo y transformarlo HOY.
La vida es realmente un espectáculo transitorio, es el río por el que corre toda clase de experiencias y ese río nos encontramos con algunos botes que van en la misma dirección que la nuestra. Nadie puede detenerse ni regresar, solo avanzar. Porque la vida está pasando ahora.
La solución reside en observar el presente y permitirle que fluya libremente por el río de nuestra conciencia.
Todos somos, como dice Schopenhauer, camaradas en el sufrimiento, y necesitamos la tolerancia y el amor de nuestro prójimo.
Amar… es una palabra sublime, a la que mucho tememos o malinterpretamos, pero qué más da cuando lo que importa es lo que sentimos, y en ese sentido conjuguemos todas las formas de ese maravilloso verbo.
Por último, me permito citar a Platón, quien decía que el amor está en quien ama, no en quien es amado.

YIARA GARCÍA
[email protected]