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 Este año que ya está por fenecer, la gran mayoría de la humanidad quiere que se vaya lo más pronto posible por todos los acontecimientos presentados y ocurridos contra nosotros. Lamentablemente es un año pésimo en salud y en lo económico.

El tiempo y el mundo se detuvieron; las empresas, industrias, microempresarios, artesanos, emprendedores, ciudadanía en general, gobiernos y todos sus estamentos se paralizaron por el temor de contagiarse y fallecer con esta terrible enfermedad, el COVID-19.
Cuando se descubrió el primer caso de coronavirus en Ecuador, se prendieron todas las alarmas en salud, pero nunca estuvimos preparados para enfrentar lo que se venía, se observó debilidad institucional en salud pública, con una ministra que no tenía los recursos suficientes para enfrentar esta enfermedad, ni el apoyo del Gobierno.
El Gobierno hizo todo lo posible con lo poco que tenía por salvar a la población, pero no fue suficiente por las malas decisiones que se tomaron, e inclusive en lo económico, pagando deuda externa por más allá de $ 300 millones de dólares, cuando esa inversión se debió destinar a la compra de alimentos, medicamentos, pruebas rápidas y pruebas de PCR, para saber el nivel contagio de la población.
Desde el inicio se hicieron las cosas mal, descuidando así las instituciones públicas de salud, como hospitales y clínicas que estaban a disposición del Gobierno por el estado de excepción que vivíamos. Estas entidades fueron tomadas por los corruptos de cuello blanco que, practicando actos indolentes de corrupción, atentaban contra la vida de los ciudadanos, cometiendo inclusive crimen de lesa humanidad, vendiendo medicamentos que se encontraban bajos vigilancia de directores administrativos de los hospitales a precios sumamente exagerados, casi imposibles de comprarlos. Se aprovecharon de la población atemorizada y de un Gobierno debilitado.
Con las denuncias de la prensa y los trabajos de investigación periodística, la fiscalía actuó de oficio para favorecer al pueblo, poniendo en las rejas a estas bandas de delincuentes que merecen cadena perpetua. Es lamentable que en Ecuador no exista esta pena y mantengamos leyes frágiles, bajo las cuales los políticos y delincuentes hacen de las suyas.
Este es un año muy atípico en el que se detuvieron el tiempo y el mundo. El pueblo planetario desea un nuevo giro de cambios, pidiéndole al Todopoderoso que nos guíe y nos bendiga para recibir el próximo año 2021 con mucha salud y felicidad.
 
Lauro Emiliano Zavala Mendoza