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El atentado con granadas registrado ayer en la Penitenciaría del Litoral, que dejó trece heridos, incluyendo a un policía y un guía carcelario, es un violento recordatorio de que el sistema penitenciario nacional y sus cárceles están sumido en una crisis que no se ha solucionado.

A pesar de los anuncios de que se ha incrementado la vigilancia lo prohibido continúa. El ingreso de armamento, explosivos y drogas sigue mostrando que las estrategias actuales no son del todo efectivas.

El episodio de ayer no es un hecho aislado. Apenas hace tres semanas, el 12 de noviembre, la misma prisión fue escenario de una masacre que dejó 17 reclusos muertos y 15 heridos.

Tampoco se puede olvidar la serie de víctimas de otras matanzas ocurridas al interior de esta y otras cárceles.

“Las cárceles son zonas de guerra controladas por el crimen organizado”.

Los centros penitenciarios dejaron los espacios de rehabilitación para convertirse en zonas de guerra controladas por el crimen organizado.

Urge una intervención definitiva que trascienda operativos temporales y medidas reactivas.

Es imperativo un rediseño integral que abarque desde la seguridad hasta la reinserción social, con la colaboración de todos los poderes del Estado y organismos privados.

No actuar con decisión equivale a ceder el control de las cárceles y, con ello, la seguridad del país.

Editorial de El DiarioPublicado el 4 de diciembre del 2024 en nuestra edición impresa.