Los efectos de la falta de lluvias no solamente afectan a la producción de energía eléctrica, sino también a las actividades productivas. Sobre todo a la agricultura y la ganadería, lo cual debe motivar la preocupación de las autoridades, especialmente de Manabí.
Tratándose de una provincia donde la tierra fértil y el clima han sido históricamente aliados de la productividad, el actual déficit hídrico podría tener consecuencias devastadoras en cadena para todos los sectores productivos.
El sector agrícola es particularmente vulnerable.
Si no hay agua suficiente las cosechas serán menores. Y esto afecta, a más de los agricultores, a las cadenas de valor que dependen de la producción agrícola.
Además, la escasez de agua complica la actividad ganadera, reduciendo el acceso a pastizales y agua para los animales. Esto, a su vez, puede derivar en la muerte de las reses y una disminución de la producción de carne y leche.
Estos problemas afectarán en cadena a la industria, el comercio, los servicios y las demás actividades productivas.
Los ríos de Manabí se abastecen de las escorrentías de lluvias y de las aguas subterráneas. No existe una fuente permanente como la del deshielo de nevados.
Por ello, es necesario que las autoridades adopten medidas urgentes para mitigar los efectos de la sequía.
Se insiste en la creación de un organismo que vele directamente por la provisión de agua, dada la vulnerabilidad de la provincia, para que ayude a la producción.
Editorial de El Diario: Publicado el 25 de septiembre del 2024 en nuestra edición impresa.