El uso del fuego para la eliminación de la maleza y los restos de sembríos anteriores, previo a la siembra, como se acostumbra en Manabí, debe cambiarse por métodos que afecten menos al ambiente.
Una de las consecuencias de esta práctica, conocida como roza y quema, es la deforestación. El fuego destruye los nutrientes orgánicos del suelo y se va debilitando más con cada proceso.
Otra, más preocupante aún, es el riesgo de incendios forestales, como suele ocurrir cada año en Manabí.
Durante la temporada seca, el uso no controlado del fuego pone en peligro no solo las tierras agrícolas. Sino también las áreas protegidas y comunidades cercanas.
“Faltan políticas públicas que lleven a los agricultores hacia prácticas más responsables”.
A esto se suma el impacto del humo en la salud, especialmente entre las personas más vulnerables, como niños y adultos mayores.
Es urgente que las autoridades lideren el cambio por medio de programas de capacitación para llevar a los agricultores hacia la utilización de métodos más amigables con el ambiente y con la seguridad.
Los restos vegetales, por ejemplo, pueden servir para fertilizar el suelo.
Hacen falta programas de capacitación y políticas públicas que incentiven a los agricultores a adoptar prácticas responsables y el cambio de métodos.
Editorial de El Diario: Publicado el 18 de diciembre del 2024 en nuestra edición impresa.