Dejar de pagar la deuda externa, o caer en ‘default’ con los acreedores del país, representará un grave problema para Ecuador.

Por una parte, la sola mención de que se pudiera acudir a esta medida si no hay acceso a nuevos financiamientos ocasionó un aumento del riesgo país.

Este aumento implica un costo mayor en intereses y una desmotivación para potenciales inversionistas.

Por otra parte, a raíz de la pandemia del covid-19, el Estado ecuatoriano comenzó a endeudarse.

Se lo hizo para para enfrentar la crisis económica, social y sanitaria que afectaba sobremanera a los ciudadanos.

Los recursos llegaron para aliviar la crisis, pero las finanzas del Estado se comprometieron por esta nueva deuda internacional.

“Si el país suspende los pagos de la deuda externa, la afectación será para todos”.

En un país como Ecuador, en vías de desarrollo y con una enorme carga fiscal que no se cubre con el presupuesto nacional, el financiamiento externo representa una boya de salvación.

Si se deja de pagar la deuda externa, se estará cortando esa fuente de recursos que, en determinados casos, pudiera reforzar la economía y atender necesidades.

Y, entonces, el Estado no solamente caería en ‘default’ con los acreedores internacionales sino con sus ciudadanos.

El próximo gobierno, que está por posesionarse, debe analizar muy bien lo que pudiera ocurrir si el país deja de pagar la deuda.

Lo mejor sería renegociar y, como dice el refrán, “arroparse hasta donde dé la sábana”.

Editorial de El Diario publicado el domingo 19 de noviembre del 2023 en nuestra edición impresa.