Los últimos resultados electorales en Ecuador demuestran una vez más la fragmentación y el antagonismo social que someten a Manabí políticos que no lideran procesos de discusión, diálogo y coherencia mutua para su desarrollo integral que se merece.
En campañas electorales ha sucedido siempre. Estos personajes inciden en que la población electoral vote por candidatos que no dominan al electorado, y la que siempre ha perdido es la provincia en sí, por la carencia de líderes que no manejan perfiles, planificación, objetivos y establecimiento de realidades concretas.
Por ello, en la problemática que se analiza hoy, junto a un centralismo que agobia a la provincia, expresamos que no hay liderazgo. Se busca un líder, una persona con sabiduría mística, calidad humana, prudencia, sosiego, firmeza, discreción, persuasión, planificación, empático y optimista, características que den apertura a un cambio y a manejarse con puertas abiertas.
Ese líder debe servir de puente entre la unidad y la diversidad, incidiendo en el proceso del planeamiento de obras macro con los gobiernos de turno; que exista interrelación con los cambios que se dan en la sociedad actual; que tenga capacidad de analizar el sistema interno de la provincia, tener una relación con su entorno; de ahí, determinar fortalezas y debilidades para precisar lo que realmente necesita Manabí.
Daniel Eskibel, consultor político, dice que “se necesitan líderes de verdad. No oportunistas de pacotilla, seguidistas de la última tendencia, imitadores de uno y otro, no inventos de marketing, ni clones”.
La cita nos trae el recuerdo, y para contrastar, de líderes auténticos como Medardo Mora Solórzano, Ricardo Bowen Cavagnaro, César Acosta Vásquez, Enrique Delgado Coppiano, entre otros, que cumplieron un rol superior en el desarrollo de Manabí.
Se delibera que los manabitas hemos sido culpables, porque no se concienció en cómo debe y por quiénes elegir las diversas representaciones en que participan los provincianos a la Asamblea Nacional, como el voto de presidente de la República.
La eficiencia del líder que se busca debe estar en relación directa a la búsqueda del desarrollo y progreso de la provincia. La personalidad del líder debe marcar una pauta en la consecución de toda innovación.
Ser un líder con excelencia significa vencer el facilismo, la mediocridad, los antivalores de la cultura y frenar la destrucción moral de personas e instituciones, como se evidencia actualmente en el país.
Es la hora de preparar a la sociedad civil de Manabí en la búsqueda de líderes persuasivos que ayuden con la instauración de obras e instituciones que han considerado y cumplen acciones macro de progreso y bienestar para los manabitas.