A la gran mayoría nos gusta guardar momentos a través de las fotografías.
Años atrás solíamos armar coloridos álbumes con los mejores momentos en familia y amigos, incluyendo notas como fecha, locación, etc.; hoy esas fotos se almacenan en la nube, en las computadoras o en los celulares, y las mejores terminan en las redes sociales.
Personalmente, la fotografía siempre me gustó. Entre mis recuerdos tengo fotos en blanco y negro, slides, a color, impresas, digitales, en álbumes, en la nube y aún conservo muchos negativos. Algo así como un mix fotográfico.
De esos momentos personales hemos pasado, en los últimos años, a las redes sociales que nos “obligan” a tomar las fotos más lindas y llamativas para ser colgadas. En realidad, unos disfrutamos compartir momentos felices, otros lo hacen por estilo de vida o formas de ganar seguidores y concretar negocios.
Claro está que, en un mundo tan competitivo, personas decidieron arriesgar más, quizás por satisfacción personal o para ganar más “likes”, lo que llevó a tomar fotografías extremas, y un hecho tan simple se convirtió en un evento riesgoso, tanto así que se estima, según un estudio de la Fundación iO, que desde 2008 unas 379 personas han fallecido intentando sacarse una selfie.
Da mucha tristeza que se pierdan vidas por captar momentos tan bonitos de la vida. Este estudio dice, además, que “las causas de estas muertes son caídas desde grandes alturas, ahogamientos y accidentes en medios de transporte”.
Las principales víctimas fueron adolescentes y jóvenes que no midieron los riesgos que conlleva sacar una foto en un acantilado, con un arma de fuego o con un animal salvaje.
Ante esta realidad, muchas ciudades están tomando controles para evitar accidentes en lugares hermosos, históricos y peligrosos. Dato adicional: los lugares que han registrado más muertes por selfies son India, Estados Unidos y Rusia.
Hace pocos días se dio, como dice el refrán, “una desgracia con suerte”, y lo que debía ser una foto familiar terminó siendo un rescate de emergencia, cuando una niña cayó al agua desde la barandilla de un crucero y su padre saltó tras ella para tratar de rescatarla. Este hecho, considero, tuvo un final afortunado y la pequeña podrá contar en el futuro que su cuento de hadas terminó con felicidad.
Espero que tomemos conciencia de que la mejor foto es la que podemos volver a ver y disfrutar de los recuerdos.
@AndreaLimongiS