El aeropuerto internacional Eloy Alfaro es clave para el desarrollo de Manabí y del litoral. Sin embargo, su operación es deficiente, sin servicios adecuados ni mejoras a la vista. Por eso, el presidente de la República debe asumir el tema directamente.
La Dirección General de Aviación Civil (DGAC), entidad responsable, no cumple con los requerimientos mínimos. A la falta de infraestructura se suma ahora la suspensión del vuelo de Avianca por problemas con aves, lo que evidencia el deterioro de la conectividad aérea.
El problema es presupuestario. La DGAC no recibe los recursos necesarios del Ministerio de Finanzas. Mientras tanto, las promesas de descentralización y reactivación económica no se traducen en acciones concretas para Manabí.
Se respeta —aunque no se comparte— la decisión del Gobierno de mantener el aeropuerto bajo control estatal. Siempre se ha propuesto que pase al Municipio de Manta para ser concesionado a un operador especializado; pero si el Ejecutivo insiste en manejarlo desde el Estado, debe garantizar que funcione.
Este es uno de esos casos donde la estructura estatal ha fracasado. Por eso, el presidente Noboa debe intervenir personalmente. No se trata de una obra más, sino de una infraestructura estratégica que hoy está en riesgo por falta de atención política.