Se conoce que cortar las líneas de suministro es una de las operaciones más antiguas y más importantes en el desarrollo de un conflicto militar.
Pasarán los años, se crearán nuevas tecnologías y nuevas armas que asombrarán por su precisión, rapidez y poder de fuego, pero este principio seguirá vigente: todos los ejércitos necesitan suministros para el combate, de lo contrario no se puede seguir en la lucha. Así de simple.
Hoy lo estamos viendo en la guerra que Israel, que cuenta con uno de los ejércitos mejor equipados del mundo, libra contra Hamas: a la par que bombardeaban a los guerrilleros en sus refugios, trataban de cortar sus líneas de abastecimiento. Por extensión, también sus depósitos de armas. Es decir, buscar que al enemigo no se lo abastezca y lo que tiene de reserva, destruirlo. El propósito: dejarlo lisiado.
La nueva Ley para Desarticular la Economía Criminal, presentada por el presidente Noboa a la Asamblea Nacional, tiene, me parece, este propósito: cortar el abastecimiento y las reservas de los que transitan por los caminos equivocados. Los delincuentes, aquí y en todo el mundo, actúan con el objeto de obtener dinero fácil para vivir, de esto se trata su carrera delincuencial. Existen algunos que son capaces, una vez obtenidos los recursos, de invertirlos en adquirir cosas no solo para disfrutarlas ellos y sus entornos, sino también para obtener ingresos de esas inversiones.
La ley, justamente, creo que apunta a impedir el disfrute de lo adquirido con dinero ilícito, es decir, cortar de raíz una de las razones para delinquir. Es que, si los delincuentes no pueden hacer nada con lo que obtienen o si están muy limitados y cercados para gozar de ello, es probable que se desalienten de la actividad y busquen hacer otras cosas. Y si a ello le agregamos la posibilidad de impedir que les llegue “abastecimiento” de cualquier lado, se habrá creado legislación de guerra para combatir a un enemigo que ataca por todos los flancos.
Probablemente la ley requiera de cambios de forma, quizás de redacción, para mejorar su aplicación, de modo que se la puede pulir, corregir, enmendar para evitar conflictos posteriores. Pero esta revisión no quiere decir en ningún caso que el propósito de la ley, que es castigar los recursos del enemigo, se lo cambie: el enemigo es muy poderoso.