Condenados a una segunda vuelta tensa, violenta y estratégica, decidí escribir una serie de artículos denominados “El Poder”, intentando compartir con ustedes cuáles serían los elementos que incidirían con mayor potencia en esta impredecible contienda electoral. Así nacieron 8 escritos dedicados a comprender cómo se gana (o pierde) la Presidencia de la República.
Las minorías: especialmente las que no habían votado por ninguno de los dos finalistas, jugarían un rol determinante en la elección. Y así fue. Si no, veamos la trascendental participación de los “abuelitos” movilizados por la candidatura de Noboa.
El cambio: tanto Noboa como González decían representar el cambio que el país necesita. El presidente, el cambio para ir hacia adelante. El correísmo prometía cambiar lo actual aplicando las fórmulas de su década dorada. ¿Qué cambio deseaba el pueblo? El resultado lo explica.
El dólar: poner la dolarización en dudas, así sea con el disfraz de una explicación artesanal (Paola Cabezas con sus ecuadólares) o discusiones ideológicas (Correa y Patiño), es un suicidio electoral.
Las ciudades: algunas urbes del Ecuador, especialmente las grandes, fueron el centro de la lucha. Noboa consiguió ampliar su ventaja en las ciudades donde ya era fuerte, y recortó distancia en otras, o hasta superó a González en recintos gigantes como Guayaquil.
Los chats: la incautación del celular del consejero correísta del CPCCS Sócrates Augusto Verduga captó mi atención. En ese entonces, apenas alcanzábamos a dimensionar la gravedad de los hallazgos. El resto es historia. El poder de los audios y chats publicados marcó la elección.
El debate: estaba destinado a incidir en el resultado. La excesiva crispación de Luisa González la mostró como una líder irascible y de pocas pulgas. Una imagen poco amigable para un país hipersensible y violento.
El miedo: tuvimos que resistir constantes anuncios que mostraban a los candidatos como la mismísima encarnación del terror. Fuimos a votar con miedo. En cierta forma, creo que Ecuador votó por el candidato al que menos temor le tenía.
La esperanza: los últimos días de campaña nos dejaron mensajes que ya no eran de miedo, sino de esperanza. Nada moviliza más que la esperanza en un mañana positivo. Noboa pudo encarnar mejor ese sentimiento, por eso triunfó.
La elección deja enormes lecciones. Unas pocas se encuentran en los artículos reseñados; muchas otras, aún están por ser expuestas por las ondas sísmicas que amenazan con desmoronar a la RC5. Otras tantas se aprenderán con las ejecutorias del presidente Noboa.