El arma digital de la segunda vuelta en Ecuador.
En las elecciones presidenciales de Ecuador 2025, la desinformación ha dejado de ser un efecto colateral para convertirse en una estrategia central. Narrativas falsas, manipulación de datos y pauta mediática agresiva para influir en el electorado.
Un estudio de la Universidad de Oxford en 2023 reveló que América Latina es una de las regiones más vulnerables a la desinformación en periodos electorales. Ecuador no es la excepción, 62% de los ecuatorianos creen que «las redes sociales son su principal fuente de información electoral» (encuesta Perfiles de Opinión).
Y pues sí, queridos lectores, la tecnología avanza más rápido que la ley: sin controles, las elecciones se convertirán en guerras de realidad alterna.
El estudio Stanford Internet Observatory (2023) «Elecciones en América Latina: Deepfakes y IA» analizó el impacto creciente de la inteligencia artificial (IA) y los deepfakes en procesos electorales de la región, donde audios y videos fueron manipulados de candidatos en México, Brasil, Ecuador, entre otros, y concluye que es urgente fortalecer el trabajo de verificación de datos en tiempo de elecciones.
Según Meta, en las cuentas oficiales de los candidatos, desde el 31 de diciembre del 2024 Daniel Noboa ha duplicado su gasto: $438.100 en pauta digital, mientras que Luisa González: $211.000, lo que levanta cuestionamientos, ya que no han pasado por el control electoral y el CNE se ha hecho de la vista gorda.
Combatir la desinformación es responsabilidad de todos: desde la comunidad, el Estado, fortalecer los sistemas educativos y enfocar la educación mediática, y así ser menos susceptibles a la desinformación. Las plataformas digitales también deben asumir un rol más activo en la moderación de contenido falso (esto parece una utopía).
El politólogo Carlos Meléndez argumenta: «La desinformación en Ecuador explota tres miedos: el caos económico, el fantasma del correísmo y la violencia. Noboa capitaliza el perfil de ‘joven outsider’, pero su estrategia es clásica: satanizar al rival».
Las elecciones no deben ser una competencia de algoritmos, sino un acto de decisión informada. El reto está en pasar del clic al criterio; el riesgo no es solo elegir un presidente, sino normalizar que la mentira sea la moneda de cambio.