Este 30 de abril, la Escuela Superior Politécnica Agropecuaria de Manabí Manuel Félix López celebra 26 años de vida institucional, reafirmando su compromiso con la excelencia académica, el desarrollo sostenible y la transformación social de nuestra provincia y el país.
Este es un momento ideal no solo para celebrar, sino también para reflexionar sobre el camino recorrido y proyectar con entusiasmo el futuro que nos espera.
Desde 1999, ha orientado su labor hacia las ciencias agropecuarias, respondiendo a las necesidades del sector agrícola y agroindustrial de Manabí. A través de programas académicos y técnicos, ha contribuido a la formación de profesionales capaces de enfrentar los desafíos del sector, promoviendo el desarrollo productivo y sostenible del país. Desde entonces, la institución ha evolucionado admirablemente, diversificando su oferta académica para responder a las demandas de una sociedad en constante cambio, pero sin perder su esencia: el servicio, la inclusión y el compromiso con Manabí y Ecuador.
La ESPAM MFL es referente regional en innovación educativa, investigación aplicada y vinculación con la colectividad, fomentando una relación estrecha entre estudiantes, docentes e investigadores con los sectores rurales y urbanos de la provincia.
Actualmente, impulsa proyectos que abordan problemas ambientales, promoviendo la conservación de los recursos naturales y el uso responsable del medio ambiente. Bajo el liderazgo del Dr. Guillermo Félix Mendoza, impulsa una visión renovadora a través del Plan VIIN 2024–2029, con metas claras hacia la internacionalización, la sostenibilidad y la innovación tecnológica. La apertura de una sede en las Islas Galápagos es un claro ejemplo de la consolidación de esta visión. Este hito histórico marca el compromiso de la universidad con el acceso a la educación superior, y refleja su vocación por fomentar políticas inclusivas que permitan a los jóvenes de esta región, históricamente alejada de los principales polos educativos, formarse sin necesidad de trasladarse al continente.
Como politécnico de corazón, no puedo evitar mirar atrás con emoción. Fui estudiante de esta noble institución, y ahora tengo el honor de ser parte de su planta docente. En cada aula por la que pasé, encontré no solo conocimiento, sino también crecimiento personal, amistad y desafíos que me impulsaron a superarme día a día. He sido testigo de su desarrollo: lo que alguna vez fueron sueños, hoy son laboratorios modernos, programas de posgrado, proyectos de investigación con impacto real, y un entorno universitario inclusivo, participativo y profundamente humano.