Se presenta como un chiste la insistencia del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), de querer arrebatarle al Gobierno Autónomo Descentralizado Provincial de Manabí (GADPM) el mantenimiento de la vía Portoviejo-Montecristi, dada en concesión por 25 años, hasta el 2031.
La razón, según el MTOP, es la falta de atención del gobierno provincial a la carretera, sintiéndose obligado a retomarla para —supuestamente— darle un mejor trato. Aquello, personalmente me resulta como una burla, pues esa secretaría de Estado es tremendamente deficitaria en sus deberes, funciones, responsabilidades y cumplimiento de trabajos en las obras viales en todo el territorio provincial.
¿Quién —manabita o no— que transite o lo haya hecho por las principales vías estatales de la provincia puede alabar, aplaudir, o por lo menos asentir que están bien atendidas? Ni el mismo ministro y mucho menos su representante zonal se atrevería a decirlo, puesto que el deterioro es algo tan evidente que hasta los ciegos, si bien no lo ven, segurísimo que lo sienten.
Por lo tanto, resulta ilógico, no prudente ni aceptable que, si el MTOP no está en condición de cumplir con sus labores, porque la carga que lleva ya le es terriblemente pesada y complicada de mover, pretenda ponerse más peso encima. A no ser que existan, bajo manga, intereses que aún no salen a luz. Nada raro sería que el MTOP piense entregar la vía a una empresa particular, afuereña, impuesta en desmedro de las nuestras. ¿Aplaudiríamos? ¿Y si es político?
Sobre el particular cabe meditar acerca de nuestro comportamiento. Reclamamos permanentemente a los gobiernos de turno respeto a nuestra provincia, demandamos derechos, descentralización, desconcentración de poderes con opción a la autonomía; pero cuando alguna de nuestras entidades tiene algo de esto, extrañamente nos contradecimos. Nos desinteresamos precisamente cuando se atenta contra la representatividad que pedimos y que escasamente ejercemos.
Verbigracia, en el caso que nos ocupa, con errores o no, debemos defender lo nuestro. Si el GADPM no está funcionando, pues exijamos los cambios necesarios, factibles de lograr con el responsable cerca como para poderlos manejar, no cuando están en las alturas hasta donde nuestros reclamos no suben.
Si bien la vía concesionada no es una belleza, tampoco es un fiasco. Asustémonos comparándola con las vías San Plácido-Pichincha, Santa Ana-Poza Honda, Rocafuerte-Bahía de Caráquez, y decenas de etcéteras reales. La ocasión me recuerda aquella gallina que invitaba a su casa al pato a nadar, cuando ella no tenía siquiera agua para beber.
Amemos nuestra patria chica. Seamos coherentes.