Las leyes están para ser revisadas, por eso expongo un tema que debe ser analizado por los asambleístas, pensando en mejores beneficios para las personas con discapacidad.
En su momento la exdiputada Mirella Adum y posteriormente la exasambleísta María Cristina Kronfle lideraron la socialización y reformas a la Ley Orgánica de Discapacidades, LOD, siempre tratando de mejorar lo que había en su momento.
El año pasado la Asamblea Nacional aprobó un proyecto de Ley Orgánica de Discapacidades, que propone reformas a la LOD. Toda reforma que beneficie será bien recibida, pero por experiencia considero que hay una gran brecha entre un texto legal formal y la realidad; y muchos puntos no se cumplen de forma accesible para las personas con discapacidad; como por ejemplo la entrega de órtesis y prótesis. Los trámites son largos y complejos.
La Ley Orgánica de Discapacidades establece en su artículo 85 que cumpliendo varios requisitos como tener 300 aportaciones para personas con discapacidad física y 240 para personas con discapacidad intelectual, la pensión será “del 68,75% del promedio de los cinco (5) años de mejor remuneración básica unificada de aportación”.
Lo que llama la atención es que los pasos y beneficios para la jubilación de personas con discapacidad no tienen variables como sí pasa en la jubilación por vejez. Primero considero que el 68,75 por ciento del promedio de los cinco mejores sueldos, debe ser un porcentaje más alto tomando en cuenta los requerimientos de las personas con discapacidad.
Si no se considera ese cambio, propongo -esperando el interés de los asambleístas manabitas- para que quienes trabajen más de esos 25 años (300 aportaciones para personas con discapacidad física), la jubilación se incremente dependiendo de los años trabajados. Por ejemplo, si una persona con sus 300 aportaciones recibiría 1.000 dólares de pensión; pero resulta que trabaja 5 años más (sumando 360 aportaciones) pueda jubilarse con un sueldo más alto del promedio actual, tomando en cuenta los años extras de trabajo; y así sucesivamente hasta igualarse con la pensión por vejez.
Obviamente, esto beneficiará sólo a una parte de las personas con discapacidad que, por su condición física y predisposición, podrían hacerlo sin afectar mayormente su salud.
Una persona con discapacidad siempre va a requerir ayuda extra y esto implica gastos. Un ejemplo claro es que las ayudas técnicas son caras, se desgastan rápidamente y son requeridas de por vida. Por esto, por dignidad y buena vida merecemos una pensión mejor.
@AndreaLimongiS