El proyecto “Arte, Mujeres y Espacios Públicos” nace como una iniciativa transformadora de la abogada María José Fernández, que busca resignificar los entornos urbanos desde una mirada femenina, crítica y creativa.
Esta propuesta apuesta por el arte como una herramienta de denuncia, memoria y acción colectiva. Mujeres de distintas edades, trayectorias y territorios se han unido para ocupar el espacio público con sus voces, sus cuerpos y sus historias, interviniendo muros, plazas y calles con mensajes que visibilizan realidades muchas veces silenciadas.
En este proceso, el arte deja de ser un objeto decorativo o de consumo elitista para convertirse en un medio político de expresión, un lenguaje compartido que interpela y transforma. Los murales que emergen del proyecto no solo embellecen el paisaje urbano, sino que generan reflexiones profundas sobre la presencia femenina en la ciudad: ¿Quiénes tienen derecho a estar en la calle sin miedo? ¿Qué mensajes transmiten nuestros espacios comunes? ¿Por qué ciertas memorias se celebran y otras se ocultan? Estas preguntas se vuelven urgentes cuando se enfrentan con realidades como el acoso, la falta de espacios seguros o la escasa representación femenina en el arte y la cultura.
Uno de los grandes logros de esta iniciativa es su carácter participativo. No se trata de imponer una visión desde arriba, sino de construir colectivamente. Las mujeres participantes reflexionan sobre su relación con la ciudad, comparten experiencias y proyectan sus ideas en obras que son el resultado de un proceso de escucha, reconocimiento y acción. Así, se fortalecen redes, se despierta la conciencia crítica y se empodera a quienes por mucho tiempo han sido marginadas del relato oficial de los espacios urbanos.
La apropiación simbólica del espacio público se vuelve una forma de resistencia frente a la violencia estructural y una afirmación del derecho a existir, a expresarse y a pertenecer. Esta propuesta artística y social se inscribe dentro de un movimiento más amplio que lucha por ciudades más equitativas, habitables y humanas. “Arte, Mujeres y Espacios Públicos” nos invita a mirar la ciudad desde otros ojos, a detenernos frente a un mural y preguntarnos qué historias no han sido contadas, a repensar nuestras rutas diarias y descubrir en ellas nuevas formas de habitar. Es una invitación a despatriarcalizar el espacio urbano, a celebrarlo como territorio de encuentro, de memoria y de esperanza. Porque cuando una mujer pinta un muro, camina segura por una calle iluminada o baila en una plaza sin miedo, no solo está ejerciendo un derecho: está abriendo camino para que otras también lo hagan.