A través de distintos actos solemnes en todas las provincias del país, los ingenieros agrónomos conmemoran el mejor de sus días.
La celebración recuerda el éxito alcanzado en el gran paro nacional patrocinado por el Colegio de Ingenieros Agrónomos del Guayas, cuando, en plena dictadura militar, lograron mejoras para el ejercicio profesional; luego, el Colegio Nacional que los agrupa, el Conia, decretó que todos los 21 de junio se celebren eventos recordatorios en homenaje al sacrificado y mal remunerado trabajo que realizan.
Como es comprensible, los agrónomos y otros profesionales vinculados con las disciplinas agrarias, como los médicos veterinarios, zootecnistas y otros, realizan actividades motivadoras y honrosas. Por algo son los que se dedican a la producción de toda clase de nutrimentos para proveer a la nación y al mundo de bienes fundamentales para la subsistencia del género humano y de los animales que suplen de proteínas al universo poblacional. Por ello se explica y fundamenta la existencia de universidades y escuelas superiores dedicadas a la formación de especialistas en esa rama, que se esmeran por encontrar soluciones a los obstáculos que obstruyen la noble actividad agrícola.
Es la razón para que instituciones gremiales rindan hoy pleitesía a ingenieros agrónomos que han cumplido más de cincuenta años de ejercicio profesional, ya retirados después de haber realizado una fructífera carrera, no siempre bien pagada ni libre de peligros de toda índole, especialmente en las actuales circunstancias de inseguridad del agro, que ha facilitado se sumen por cientos los afectados por las consabidas vacunas para permitir su libre circulación y trabajo, impuestas a las empresas donde laboran, todo lo cual interrumpe el crecimiento normal del sector.
La disciplina que cumplen los agrónomos se inscribe en lo que señala el gran agrarista norteamericano Wender Berry, que en una de sus expresiones más sentidas señala: “No importa qué tan urbana sea nuestra vida, nuestro cuerpo siempre dependerá de la agricultura”, complementando su pensamiento al decir: “Comer es un acto agrícola”. Por este motivo, la Asociación de Industrias de Protección de Cultivos y Salud Animal, Apcsa, también rindió pleitesías en Guayaquil a los sacrificados profesionales del campo el pasado 17 de junio, en un acto sin precedentes en la historia agropecuaria del país, cuando varios de ellos recibieron, pletóricos de emoción, un reconocimiento tangible en que perennizó la gratitud de todo el pueblo campesino ecuatoriano, satisfecho con su trabajo.