La vida de la cantante rumana Oana Chelaru, exchica reality y figura pública en Ecuador, dio un giro inesperado a inicios de 2025. Lo que parecía un simple chequeo odontológico terminó por revelar un diagnóstico médico que no solo puso en riesgo su carrera artística, sino también su vida.
Todo comenzó en febrero, cuando Oana acudió al dentista para una revisión rutinaria. Durante la evaluación, el profesional detectó una anomalía preocupante y decidió derivarla a un especialista maxilofacial. El resultado fue alarmante: una parte de su mejilla derecha presentaba necrosis, es decir, tejido muerto.
Lo más inquietante era que Oana no sentía dolor ni presentaba síntomas visibles como inflamación o mal olor, señales habituales en infecciones graves. Sin embargo, los médicos advirtieron que la infección silenciosa podía haberse extendido al cerebro, al oído o al ojo, con consecuencias fatales inmediatas.
Oana enfrentó ocho cirugías y una lucha emocional
Ante la gravedad del caso, la cantante fue ingresada de urgencia a una sala de operaciones. Lo que siguió fue un proceso largo y doloroso que incluyó ocho cirugías consecutivas. En entrevista con el diario Extra, Oana confesó: “Lloraba todo el tiempo, cada vez que cicatrizaba me volvían a operar”.
Pero más allá del dolor físico, el impacto emocional fue devastador. “Tenía la cara infectada, podrida… para mí fue un golpe anímico tremendo. Levantarme de ahí fue una tarea inmensa”, relató conmovida.
La artista, conocida por su carácter extrovertido y su presencia en medios, reveló que también se enfrentó a la posibilidad de quedar con cicatrices visibles. “Siempre me preocupaba por verme bonita. Era en la cara, yo trabajo con la cara, y además estaba la gravedad del asunto. Me costó mucho aceptarlo”, confesó al programa Los hackers del espectáculo.
Fe, familia y resiliencia: el renacer de Oana
Durante los meses siguientes, Oana se aferró a su familia, a su fe y al amor por la vida. Viajó a Europa para estar con sus seres queridos mientras completaba su recuperación. “Estuve muy pegada a Dios. Cada cosa que nos pasa es para aprender, y entendí el mensaje que me quería dar la vida”, afirmó.
Hoy, aunque aún en proceso de sanación, Oana Chelaru muestra una actitud positiva y renovada. Ha retomado poco a poco sus actividades en Ecuador, donde reside actualmente, y comparte su experiencia como un testimonio de fortaleza.
Un mensaje de vida desde el dolor
La historia de Oana es una lección poderosa sobre la fragilidad de la salud y el valor de la prevención. Su testimonio nos recuerda que algunas de las luchas más difíciles se libran en silencio, sin señales externas, pero con un impacto profundo.
“Para mí, anímicamente fue un bajón tremendo. Levantarme de ahí fue durísimo. Pero sigo aquí, agradecida, y con más fe que nunca”, concluyó.