El martes por la noche llegó el gobernante hondureño, Manuel Zelaya, después del vicepresidente del Consejo de ministros cubano, Ricardo Cabrisas, y el primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit. Ya en Caracas, Zelaya destacó, en declaraciones a medios estatales, que la crisis financiera ha reducido el mercado estadounidense para los productos hondureños y es preciso buscar alternativas en América del Sur o fuera de este continente. El presidente hondureño tuvo palabras de agradecimiento hacia Venezuela por haber sido el país que más solidaridad mostró con el suyo en momentos de dificultad económica y financiera. Morales no hizo declaraciones a su llegada, mientras que Ortega señaló que "independientemente que la raíz del problema esté en la crisis del capitalismo y del imperio norteamericano, existe una alternativa para salir adelante y está enmarcada, en el caso latinoamericano, en el ALBA". "Lo importante es unir opiniones y decisiones para sumar esfuerzos y empujar siempre alrededor de las grandes propuestas que tiene el ALBA. Es fundamental, hoy más que nunca, la unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños", añadió Ortega a su llegada a la capital venezolana. Correa opinó que los procesos de integración regional deben dar lugar a "un nuevo orden económico mundial". Para el presidente ecuatoriano, ese nuevo orden económico mundial es "necesario, urgente e impostergable". Los líderes de los países miembros del grupo (Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Dominica y Honduras) y el mandatario ecuatoriano celebrarán su reunión en el Palacio presidencial de Miraflores, sede del Gobierno venezolano, según fuentes oficiales. La cita, según se prevé, será un encuentro de pocas horas que se clausurará hacia el mediodía. Chávez indicó el lunes por la noche, en una rueda de prensa con medios internacionales, que en la reunión se tratarán medidas que ayuden a mitigar efectos de la crisis financiera mundial en "países víctimas" de quienes la han originado, cuyos dirigentes "deberían estar presos" por desatar una situación de "consecuencias impredecibles". Consideró que esta crisis podría generar "un incendio" político ya que, sumada a las crisis alimentaria, energética y otras, tiene poder suficiente para provocar, principalmente en países más pobres, "revoluciones y levantamientos populares". Asimismo, lamentó que, pese a ello, únicamente se haya convocado a debatir a los llamados "grandes del mundo", en alusión a la reunión del G-20 en Washington de mediados de noviembre, y recordó que ha pedido que Naciones Unidas convoque a todos los países miembros a una reunión para tratar la cuestión. EFE