Cuando se realiza una obra de beneficio para el pueblo, todos somos conscientes que debemos sacrificarnos hasta que la misma se concluya; eso lo hemos hecho durante décadas, inclusive algunas veces ha sido un sacrificio infructuoso por la mala calidad , por el incumplimiento o porque la obra no cumplió las expectativas para lo cual fue construida.
Hoy, desorganizadamente, la o las empresas constructoras, o destructoras, no sé cómo llamarlas, responsables del Plan maestro de agua potable, han levantado un sinnúmero de las calles de Portoviejo para cumplir con un plan maestro. La ciudad se ha transformado en un laberinto infernal, sobre todo en las llamadas horas pico¡¡, Hay que dar vueltas hasta encontrar un paso hacia nuestro destino; por supuesto, no señalizan nada. Igual lo hemos soportado estoicamente, como es característica de los habitantes de la ciudad de los Reales Tamarindos, aquellos árboles que están muy empolvados, por cierto los pocos que quedan; el camino al progreso ha causado su tala indiscriminada, y ahora quizás somos la ciudad de los Escasos Tamarindos.
Pero lo que no podemos soportar es que se demoren tanto tiempo en una sola calle y atenten contra la salud del pueblo; eso no lo vamos a seguir tolerando, porque si sabían que iban a tardarse más de 2 semanas en una vía, hubieran instalado carpas de salud, para que los cientos de afectados con problemas respiratorios, ocasionados por la perenne nube de polvo, tengamos atención médica y fármacos gratuitos, pagados por las irresponsables compañías constructoras, que no dan ningunas explicación y han tomado este trabajo como si fuera horario de oficina: .no trabajan los sábados, la obra se realiza a paso de tortuga y nadie impone sanciones. ¡Qué triste realidad la que vivimos! Alguien me manifestó que no dijera nada porque, igual, la obra se estaba realizando; o sea favor con escopeta.
No señores, estas famosas obras, en las cuales a veces se gasta más propaganda que lo que cuesta la misma obra, son derechos adquiridos por el pueblo; para eso pagamos impuestos, para que sean revertidos en este tipo de construcciones que van a ayudar a progresar Portoviejo. Esto no es un favor que nos hacen, esto es obligación de los administradores municipales y gubernamentales; pero cuando una obra de la magnitud del Plan Maestro de Agua Potable se construye de la forma actual, se transforma en un atentado a la salud, de graves consecuencias para la niñez y para todos.
¿Qué esperan las autoridades municipales, las juntas cívicas, y todos los organismos de defensa del pueblo, para exigir a estas compañías que aceleren los trabajos y precautelen nuestro bienestar.
Exigimos, urgentemente, que se hagan presente y pongan orden a lo que Portoviejo, está viviendo. ¡No hay derecho!
"La ciudad se ha
transformado en un
laberinto infernal"
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