Una maestra parvularia me escribió preocupada porque descubrió que una de sus niñas se tocaba los genitales. No sabía cómo enfrentar el tema, sabía que era normal, pero quería mayor información.
Así que creo necesario iniciar a tratar este tema, que no se agota en este artículo y que por lo tanto requerirá de unos cuantos más. Iniciemos el viaje por la sexualidad infantil.
La masturbación es la auto-estimulación de los genitales, es un acto natural del ser humano, algunos sostienen que se da desde el vientre materno, pues se han descubierto en ecografías a fetos tocándose el área genital.
Cuando ya nacen, los bebés suelen rozarse con el pañal o cualquier superficie y descubren sensaciones placenteras tan espontáneas como comer o dormir.
Un poco más grandes la mayoría de los niños y niñas van descubriendo su cuerpo incluidos sus genitales y comienza una exploración permanente de cada parte que descubren. Así vemos niños hurgándose la nariz o tocando su vagina.
Así como los niños pasan una etapa en que su manera de descubrir el mundo es llevándose todo a la boca, así también hay otro momento en que son sus manos las que le posibilitan conocer el mundo; hasta cuando llegan al dominio del lenguaje en que lo hacen a través de las preguntas. La curiosidad infantil posibilita abordar todos los temas incluidos los de la sexualidad.
La exploración del cuerpo y el descubrimiento de sí mismos es un proceso permanente durante la infancia y así hay que tomarlo, si le damos mucha atención estaríamos reforzando la conducta, porque los niños descubrirán que sirve para que le pongan atención. Tampoco debemos ignorarlo o tomarlo al relajo porque pensarán que es tan natural que puede hacerse en cualquier sitio y frente a quien sea. Jamás debemos castigarlos porque en cambio provocará sentimientos de culpa y vergüenza. El autoerotismo infantil existe, no podemos negarlo, tampoco escandalizarse; pues quienes le damos la connotación al hecho somos los adultos, si los adultos criminalizamos el hecho, el mensaje que damos es que es algo malo y por supuesto prohibido; por lo tanto generará culpa y ello no contribuye a alcanzar una sexualidad plena y sana en la vida adulta.
Lo que conviene es educar a los niños y niñas a través de un diálogo, en el respeto a su cuerpo y su derecho a la intimidad.