Ramona Rivas, de 57 años, es una de las personas que habitan en una de las viviendas más cercanas a las lagunas. Ella sospecha que fue víctima de la contaminación que hubo hace años, cuando estuvo embarazada, pues al nacer su hijo presentó discapacidad auditiva. Rivas habita en este lugar desde antes que construyeran las pozas de oxidación. Actualmente, reconoció, que no se perciben tantos malos olores porque las aguas son controladas en su proceso, aunque admitió que siempre está atenta a que los animales que cría no se crucen al lugar de las pozas. Héctor Román, supervisor del departamento de saneamiento municipal, ante las inquietudes de algunos moradores explicó que la contaminación en este sitio es mínima, pues a las aguas les aplican cuidado porque en la zona habitan niños y familias dedicadas al sembrío, dos factores en los que se debe pensar mucho. Agregó que se están cambiando cuatro compuertas, las cuales permitirán un mejor drenaje al evacuar las piscinas. Antonio Álava, técnico del municipio, dijo que existe un proyecto para el mejoramiento del bombeo.