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EDITORIAL
“¡Salve ciudad del valle que dominas...!” (Verdún Alchundia Cuenca | Verdún_01@ Yahoo. com)

Es un verso del poema Canto a Portoviejo, de Vicente Amador Flor, que nos hace ver y sentir los encantos, la belleza, su pasado, el presente y futuro de esta acogedora Portoviejo.

Lunes 17 Noviembre 2008 | 20:39

En realidad, no hay otra galana como este pedazo de cielo que se extiende en un paradisiaco valle: “Reales Tamarindos, rodeado de colinas pobladas por arcaicos ceibos, guardianes que almacenan su historia, y ciñendo su esbelta cintura de quinceañera está su río, otrora medio de comunicación y comercio, espejo de sus fértiles vegas e inspiración de poetas y literatos como Horacio Hidrovo Velásquez”. ¿Pero en qué se ha convertido el presente de esta encantadora ciudad? La tecnocultura juega un papel importante en nuestras vidas. Nos hemos internado en aquel templo, y como hipnotizados, cambiamos nuestro comportamiento diciendo que somos modernos, perdiendo costumbre, disciplina, cambiando y disminuyendo su autoestima, su identidad. Aquello nos hace pensar que el verso “¡Salve ciudad del valle que dominas…!” se ha permutado por la frase ¡Sálvate ciudad del valle que te dominan…! Es que nadie puede negar que la “bella ciudad de los “arrabales lindos” se halla convertido en caos, en un estado de confusión con imponentes e inescrupulosas acciones, saludándola ahora con el mote ¡ Ciudad de las tolderías y caramancheles!, cáncer en el corazón de la capital de Manabí que le da el maquillaje de pueblerina y causas para que se la llame también Ciudad Laberinto, porque origina un lugar confuso y enredado, tanto para peatones como para el rodaje. No puede ser que Portoviejo, capital de los manabitas, tercera provincia del Ecuador, continúe siendo lugar artificiosamente formado por calles cortadas (Ej. la 9 de Octubre, donde han dejado construir dos palancetes) y encrucijadas, de tal manera que, confundiéndose, el que está adentro no puede dar con la salida. Todas las calles que se cortan por encontrarse con la rivera del río deben continuar; construir puentes que les permita prolongarse al otro lado del río Portoviejo, que debe ser dragado su cauce desde Colón hasta Picoazá, adecuando cada rivera en un malecón. Renacerá el río como una atracción para propios y extraños y permitirá descongestionar el tránsito conflictivo que hoy soportamos. Esto debe ser ya, antes que allí se construyan viviendas. No todo está perdido, hay que buscar una política integral que ordene este revoltijo en que se ha convertido nuestro presente. Vivimos en una sociedad moderna que se extiende y evoluciona, en la cual existen riesgos y peligros para las existencias individuales y para la colectividad donde la cultura de lo moderno y del progreso va creando sus propios problemas; entonces tenemos que saltar como en trampolín hacia “la nueva cultura tecnológica”, caso contrario seremos “analfabetos” para una inmersión adecuada en la sociedad tecnológica o un “antecnólogo".
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