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Le otorgan derecho a morir a menor británica

Una niña de 13 años, de nacionalidad británica, que sufre una enfermedad terminal obtuvo, luego de una tenaz lucha, la autorización legal para que no le traten más su enfermedad a fin de fallecer con tranquilidad en su hogar, junto a su familia. Hannah Jones, fue sometida a una decena de operaciones y tras el enorme sufrimiento que experimentó durante la recuperación de las intervenciones, rehusó un trasplante cardiaco, decisión que podría causarle la muerte.

Martes 11 Noviembre 2008 | 19:10

Hannah fue diagnosticada con leucemia cuando tenía 4 años; mientras que años más tarde, se le detectó un padecimiento cardiaco. Al enterarse del nuevo diagnóstico, la pequeña dijo a sus padres y a las autoridades de salud que prefería pasar el tiempo que le queda en casa en lugar del hospital. Varios tratamientos de quimioterapia lograron detener un poco las secuelas del cáncer, tras lo cual los médicos le descubrieron cardiomiopatía, una dolencia que provoca que el músculo del corazón se inflame y a veces falle. Las autoridades de salud aceptaron la decisión tras entrevistar a la niña. “Yo he estado demasiado en el hospital y estoy muy afectada (...) No quiero la operación y es mi derecho no aceptarla”, dijo Hannah. La historia de la niña salió a la luz cuando los padres se quejaron de que funcionarios del hospital habían enviado a un trabajador social a entrevistar a la menor por su decisión. El propio hospital dijo a la familia Jones que tomaría acciones legales si ellos no llevaban a Hannah al hospital, contó Kirsty, madre de Hannah. “Ellos nos llamaron el viernes por la noche y dijeron que si no la llevábamos ellos iban a venir a buscarla. Nosotros aún así nos negamos”, narró. Según funcionarios del hospital, es parte del procedimiento normal asegurarse de que tanto el menor como los padres entienden las consecuencias de su decisión. “Evidentemente, el bienestar del niño es la consideración principal”, dijo la pediatra Sally Stucke, del centro médico. “Los pediatras siempre velarán por los intereses del niño, lo que incluye su bienestar médico, afectivo y psicológico (...) A nadie se puede obligar a hacerse un trasplante cardíaco”, indicó Stucke.
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