Una niña de 13 años, de nacionalidad británica, que sufre una enfermedad terminal obtuvo, luego de una tenaz lucha, la autorización legal para que no le traten más su enfermedad a fin de fallecer con tranquilidad en su hogar, junto a su familia. Hannah Jones, fue sometida a una decena de operaciones y tras el enorme sufrimiento que experimentó durante la recuperación de las intervenciones, rehusó un trasplante cardiaco, decisión que podría causarle la muerte.