Sin una lectura maniqueista, ha sido bueno conocer el “destape” de quienes Pinoargote es su vocero, siendo estos los grandes intereses políticos y económicos del bicentralismo. Es la primera vez que frontalmente se pronuncian quienes perjudican al Ecuador todo, obligándonos a utilizar el puerto del estuario con un recargo que por su compleja operación naval nos cuesta más de 300 millones de dólares anuales. Con ese valor, me comentaba un experto internacional en la materia, se paga la ampliación de 2 carriles más desde Manta a Guayaquil para que un convoy de trailers en 2 horas ponga/traiga la carga del interior al mejor y único puerto marítimo del Ecuador, donde pueden acoderar los buques de las próximas generaciones, con la correspondiente rebaja de fletes; es decir, alcanzando excelencia en competitividad. Haciendo valer el argumento de Pinoargote sobre los problemas en el río Napo, la ruta hacia la amazonia sería entonces: Manta, Guayaquil, Cuenca, y de ahí al Oriente, hasta alcanzar el río Morona, que según peritos es navegable todo el año, llegando al peruano Marañón y al Amazonas. Pero aquí está el asunto, que la primera etapa no conviene a la élite del bicentralismo que desea mantener el presente statu quo; por eso el abandono de la vía Montecristi – La Cadena; el boicot al puerto de Manta; el impulso de la autopista de Progreso a Posorja, puerto donde –esos sí pelucones- construyen su puerto y la indispensable zona franca. Y por eso es que los infiltrados en el Conazofra se quieren “comer” a Zoframa en Montecristi, compensando a Manabí –donde no hay cama pa´ tanta gente- con otra zona franca en Portoviejo, y de paso, le dan una manito a los poderosos “primos malos” de las zonas francas aeroportuarias y hospitalarias, y también a Zofragua, de creación social cristiana, donde extranjeros quieren resucitarla con unos 5 milloncejos, que bien pueden alcanzar para generosidades. Quien debe coger el guante por ser el poseedor de la espada para cortar este verdadero nudo gordiano es el Presidente Correa, al que le digo respetuosa y coloquialmente: ¡Ahí te quiero ver Rafico!