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VIVENCIAL
Una delgada línea entre vida y muerte

Las historias se suscitan en todo el mundo y quizás a muchos les habrá tocado conocer de cerca algún caso de personas que estuvieron clínicamente muertas y volvieron a la vida.

Domingo 02 Noviembre 2008 | 20:15

A otras personas les llega esto mucho más: ellas mismas han pasado por la experiencia extrema de estar al borde de la muerte, y eso las marca de por vida. Sin signos vitales Temis Elen Cobeña Arteaga (40) nos recibe en su casa de la ciudadela El Maestro de Portoviejo. Nos había dicho que no acostumbra hablar del tema, pero accede a hacerlo en esta ocasión. "Fue hace cinco años. Yo perdí la visión del ojo derecho, quizás como consecuencia del estrés. Estuve un mes sin ver nada", señala. Había resultado afectado el nervio óptico, aunque no en forma permanente, como después se comprobó. La trasladaron a Guayaquil para realizarse un examen y, para realizárselo, le inyectaron una droga a base de yodo. Los profesionales médicos lo hicieron sin considerar que un caso entre mil puede ser de una persona alérgica a dicha droga. Ése fue el caso de Temis. Y, de ahí en más, se produjo algo inexplicable para ella. A gran velocidad "Yo notaba que me iba durmiendo cada vez más profundamente, y sentí como que todo se cerraba. Después me vi allá, como pegada en el techo, y rodeada de los médicos", dice Temis. Las sensaciones recién empezaban, así que enseguida comenzó a desplazarse, cada vez a mayor velocidad, "yo me veía el cabello como templado", explica. El lugar por el que se desplazaba "era como un túnel de cristal y empezó a aparecer una luz resplandeciente, yo nunca he vuelto a ver algo parecido. En ese momento pensé: yo no me puedo morir y dejar a mi familia", recuerda. Los sentimientos eran contradictorios: quería y no quería seguir avanzando hacia esa luz. "Me llamaron tres veces por mi nombre"; pero no eran los médicos que la atendían, porque no la conocían por su nombre. "De pronto, me detuve. Quedé como en el umbral de una puerta, para pasar a otro lado. Sólo había luz, no había paredes ahí. Entonces empecé a retroceder y, cuando desperté, me vi conectada a un montón de aparatos. Inclusive, no podía hablar, me quedé sin voz por unas dos horas más o menos", señala. Los médicos le explicaron después que había estado en muerte clínica por espacio de unos 10 a 15 minutos aproximadamente. ¿Qué siente ahora, cuando recuerda? "He soñado con eso y me dan ganas de llorar, me daba miedo por mis hijos. Pero a la vez, era una sensación de paz". Shock y consecuencias El caso de Jorge Luis Maldonado (23) es diferente. A los 15 años sufrió un shock violento por electrocución, al entrar en contacto con un cable de alta tención en el centro de Portoviejo. La explosión que se produjo lo arrojó contra un ventanal y le cuentan quienes estaban allí que quedó en el suelo, retorciéndose. También a él lo llevaron a Guayaquil de urgencia, donde recibió atención médica. Estando internado y todavía bajo los efectos del shock, tuvo una experiencia singular. De noche, "una sombra misteriosa iba a visitarme y me quería sacar de la cama, aunque no me hablaba. Después cuando me dieron el alta, observé cosas en las instalaciones que yo ya había visto de alguna manera, pero no porque hubiera estado en ese lugar". Todo esto, ya forma parte de sus vivencias más profundas. ALGO DE LO QUE DICE LA CIENCIA El neurofisiólogo Kevin Nelson, investigador de la Universidad de Kentucky, en Lexington (Estados Unidos), dice que las experiencias cercanas la muerte (NDE, según la sigla en inglés, por Near Deth Experiencias) son poco más que estados similares al sueño, que se disparan por el estrés y por una predisposición a un tipo común de trastorno del sueño. Hay relatos de NDE de todo el mundo. La mayoría coincide en que existe un punto de "no retorno" que si se traspasa conduce a la muerte y la aparición de una persona que te aleja de él y te devuelve al mundo de los vivos. La identidad de esta persona parece estar determinada por la religión: mientras que los cristianos se encuentran con Jesús, los hindúes ven a Yamraj, el dios de los muertos. Según Nelson, esto demuestra que hay un hilo común que une a las personas y ese hilo es un proceso biológico. A pesar de que todavía no se ha podido explicar el proceso que lleva a las NDE, los científicos lo relacionan con la falta de oxígeno en el cerebro: la hipoxia podría producir una inundación de endorfinas que provocaría sensaciones de euforia y de desapego, podría causar descargas eléctricas en centros relacionados con la memoria y llevar a una repetición de hechos ya vividos. Otros investigadores señalan a la anestesia y a los analgésicos como posibles causantes de las visiones de matiz espiritual.
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