Se nota que el golpe militar de 1973 marcó a Chile quizá para siempre. Es una cicatriz que difícilmente se va a borrar de quienes tenían al menos 10 años cuando sucedió todo. Los ralatos están incorporados al lenguaje turístico porque es obligado hablar del itinerario de la muerte, que son los edificios y sitios de tortura identificados. Más allá de este triste episodio, las nuevas generaciones tratan de pensar que lo que su padres relatan es parte de un oscurso cuento que no volverá a ser contado.