Vale la pena compartir los aspectos claves de esta experiencia. De inicio pusieron énfasis en la educación universitaria que es la responsable de formar maestros, estos deben dar examen de ingreso de los cuáles sólo aprueba el 10 por ciento de los aspirantes. Acá deberíamos comenzar por una revisión tanto de lo que se da y de cómo se lo da. Si la reforma curricular para la educación básica es constructivista los primeros que deben aplicar sus postulados son los docentes universitarios. Los maestros tienen un entrenamiento práctico y específico para que esté en capacidad de evaluar, analizar resultados, identificar problemas y buscar soluciones. Sólo el acompañamiento y asesoría en aula puede cualificar al maestro. Tienen un sistema descentralizado donde el Ministerio de Educación da lineamientos generales. El resto se hace a nivel local del territorio y micro de la escuela. Los resultados de un examen anual que se toma en todas las escuelas son entregados a los directores, los cuales tienen que plantear una estrategia para superar los resultados obtenidos. Los maestros dan refuerzo casi al 20 por ciento de los estudiantes, de manera que se garantiza el aprendizaje y el éxito escolar. Consensuaron una malla curricular entre profesores, administradores, padres de familia y estudiantes. Esta malla es flexible tiene disciplinas obligatorias y otras opcionales como música, artes e idiomas extranjeros. Maestros y estudiantes tienen una relación de respeto y afecto, basada en relaciones de equidad. A los chicos y chicas les gusta estar en la escuela, hecho fundamental para el éxito de cualquier actividad. La reforma educativa finlandesa tomó tres décadas para que se pudiera consolidar. Hoy el 99 por ciento de las escuelas son públicas, los estudiantes tienen material escolar, refrigerios y transporte gratuito. La educación de calidad fue esencial para el cambio en la economía finlandesa.