Hace 28 años Juan Navia compró un terreno a la entrada de Crucita, el que pretende ser declarado de utilidad pública para construir allí las lagunas de oxidación, contempladas en el plan maestro de alcantarillado de las parroquias rurales.
Ignacio Navia, hijo del afectado, señaló que con esta acción municipal es inconveniente porque se afectará el turismo y el desarrollo de la zona. A eso se suman los malos olores, la filtración por lo arenoso del sector lo que llevará productos de desecho al mar, ubicado a 800 metros del lugar.
Al enterarse de esto, fueron al departamento de planificación de la Empresa de Agua Potable, donde les indicaron que el tema está terminado, a pesar de haberse objetado el lugar por parte del Departamento de Planificación. Los afectados anunciaron medidas para evitar que se hagan proyectos a espaldas de quienes podrían ser afectados.