Siempre se ha afirmado que el peor de los impuestos, especialmente para los pobres, es la inflación; es decir, la elevación del precio de los bienes y servicios que se tranzan en el mercado. Es que la inflación reduce la capacidad de compra de la gente, particularmente a los pobres les obliga a comprar menos, reducir su cuota de alimentos, de recreación, de vivienda, de bienes indispensables.