Actualizado hace: 935 días 3 horas 40 minutos
Horacio Hidrovo
Hidrografía de Riochico

El río Chamotete, primer protagonista de la hidrografía de este sector de Manabí, por error injustificado no asoma en la mayor parte de los mapas. Se trata de un río importante que tiene una larga trayectoria, desde la comunidad de Roncón, en la cúspide de los cerros más altos, y que en invierno baja con una fuerza, que muchas veces causa algunos males a las poblaciones cercanas. Corre ambiciosamente hasta encontrarse en un abrazo fraterno con el río Bajo Grande o Mancha Grande, para después introducirse en el Riochico, el cual más tarde se mete al mal llamado río Portoviejo, porque debería llamarse río Santa Ana. Lo increíble de este aspecto hidrográfico, es que por atrás, casi se dan la mano, porque el río Santa Ana nace en Pata de Pájaro, hoy torrente de singular importancia en la presa de Poza Honda.

Martes 13 Mayo 2008 | 21:33

En los viejos libros de Historia, uno de ellos el suscrito por Wilfredo Loor Moreira, sostiene que en tiempos de los conquistadores, las vegas eran aprovechadas para hamaquearse, como lo hiciera el Capitán español Francisco de Orellana, fundador de Guayaquil y descubridor del Amazonas. La belleza incomparable de estos ríos, que engrosan más tarde al Riochico, arreglan singularmente el paisaje. La parte humana la pone el hombre, es decir, el campesino, que con su músculo llega al vientre de la tierra con el espeque, para después arrojar la semilla. Este elemento humano, el hombre campesino, cumple una faena de sol a sol. Según el testimonio de muchas personas, algunas mujeres aprendieron el arte de hacer vasijas y ollas con la arcilla de estos ríos. Un caso visible sería el de Pilar Álava, ya fallecida, mujer que en plena adolescencia aprendió a modelar la arcilla hasta convertirla en verdaderas obras maestras del arte popular. La expresión: “son ollas hechas por las manos de Pilar Álava”, siempre fue noticia en los mercados manabitas, especialmente en las tertulias de la famosa feria de Riochico, poco examinada y estudiada por los investigadores. Es justo, en esta parte recordar el nombre de Efrén Navia Macías, quien ha realizado algunas exposiciones con el afán de hacer conocer lo que el pueblo realizó durante cuatro décadas. El arte de la fotografía, como de las hamacas, tuvo un gran mercado de consumo en aquella feria, donde cotidianamente se citaban la cultura urbana con la cultura campesina, y por lo tanto, la oferta y la demanda, que en definitiva marca el rol esencial de las fórmulas económicas para definir las relaciones de diferentes órdenes, dentro de un conglomerado social. Llama la atención que en las décadas citadas, es decir, entre 1920 y 1940, la hegemonía ejercida por la feria de Riochico haya incidido tanto en el rol económico de la provincia. Más llama la atención el desarrollo del arte fotográfico, pero sobre todo ejercido por una mujer, dentro de una época en que lo femenino tenía la interpretación de lo doméstico. Es en este momento que asoma la figura de Martha Navia Macías, de quien hablaremos en líneas posteriores.
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