La Revolución Francesa de 1789 es, dentro del campo histórico y del Derecho, uno de los acontecimientos más sobresalientes para el avance de la humanidad, ya que con ésta surgen los principios fundamentales para los hombres y la división de los poderes; es decir, aparece de forma concreta lo que se conoce como poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Con este proceso revolucionario se pudo consolidar la responsabilidad del Estado, debido a que la actuación del Estado, que hasta ese momento era irresponsable, propio de las monarquías absolutistas en donde el Rey hacía siempre su voluntad y no rendía cuentas, pasa a transformarse en un Estado responsable al cual se le podía aplicar el rigor de la Ley.