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Rubén Darío Buitrón
Periodismo confundido

La crisis en la frontera norte ha desnudado una verdad: la prensa ecuatoriana no estaba suficientemente preparada para informar sobre un conflicto diplomático donde pesan la influencia del gobierno de Estados Unidos, el equilibrio geopolítico continental y la guerra fría entre el neoliberalismo y el populismo socialista.

Sábado 10 Mayo 2008 | 20:16

Se trata de una realidad que hace rato venía madurando y que los medios no alcanzamos a prever. ¿Teníamos idea de los graves efectos colaterales de la guerra entre fuerzas militares e irregulares del país vecino? El Plan Colombia empezó en el 2000, con apoyo de la Casa Blanca y un presupuesto inicial de 3.000 millones de dólares. El programa, cuya segunda parte ya en ejecución se denomina Plan Patriota, es un ambicioso y controvertido proyecto concebido para disminuir la producción de drogas y resolver el conflicto armado del país vecino. El elemento más controvertido del plan son las fumigaciones aéreas para erradicar los cultivos de coca en extensas zonas selváticas. Las críticas, según reportes científicos, se debe a que produce daños a los cultivos lícitos y tiene consecuencias de salud contra los campesinos expuestos a los herbicidas. Los críticos del Plan alegan que parte de la ayuda ha llegado a fuerzas de seguridad comprometidas con grupos paramilitares que, igual que los grupos guerrilleros, atentan contra sectores civiles y movimientos sociales. Era previsible que el Plan trajera consecuencias para el Ecuador: el más dramático es el desplazamiento de miles de colombianos, quienes han cruzado la frontera y hoy viven en nuestro país en calidad de refugiados por el miedo a las masacres, asesinatos y secuestros a civiles por parte de paramilitares y guerrilleros. Pero los sucesivos gobiernos, incluido el actual, han pecado de negligencia y poca visión estratégica. En su momento hablaron de la urgencia de desarrollar “fronteras vivas” y aplicar un presunto Plan Ecuador, pero no lo han hecho. ¿Y la prensa? Con pocas excepciones, los medios fuimos dejando el tema “para después”, como si Colombia estuviera lejos, y dimos prioridad a la tradicional agenda doméstica donde la retórica política, la macroeconomía, la farándula y el fútbol son la noticia de hoy que mata la de ayer. Ahí están las consecuencias. El ataque al campamento de las FARC en Ecuador nos sorprendió a todos, tanto que hay una inocultable polémica acerca de qué tipo de información hacemos frente al conflicto: eres “izquierdista” si criticas las entrevistas al presidente de Colombia donde no hay confrontación periodística, pero eres “cómplice de Uribe” si exiges investigar los supuestos vínculos entre las FARC y políticos ecuatorianos. No falta quienes ven fantasmas antipatrias o patrioteros en determinadas noticias. ¿Un problema de visión política? Quizás. Pero también un problema de periodismo: nos falta equilibrio y cabeza fría. Confundimos pasión por el oficio con pasión por la ideología. Y así confundimos al país.
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