El anillo es en realidad un conjunto de carreteras entre las que se encuentran la Portoviejo – Manta, la Manta – Rocafuerte, la Ceibal-Portoviejo, la Montecristi – La Pila – Jipijapa – Guanábano, y, se añadirá aparentemente, la carretera Portoviejo - Santa Ana. Son numerosas carreteras y, a más de un año de la concesión, no se ha terminado la reconstrucción de la Portoviejo – Manta, única ruta en la que se trabaja por parte de la empresa concesionaria. Las demás vías no han recibido ni siquiera mantenimiento rutinario y por eso el deterioro avanza aceleradamente. Se supone que la concesión vial es un procedimiento para beneficiar a los usuarios que, a cambio de un peaje, deben circular por carreteras en las que los baches sean historia antigua; y que cuenten, además, con servicios de asistencia médica emergente, mecánica y seguro con protección a terceros. Si los usuarios no obtienen esas ventajas no tiene sentido la concesión, porque no se trata de otorgar la oportunidad de obtener réditos para las empresas privadas, sino una forma para que el capital privado contribuya al mejor servicio de la población. Aparentemente la institución concesionante actúa con cierta permisividad hacia la concesionaria, no exige el cumplimiento de los cronogramas y permite que se consuma el tiempo sin que los usuarios reciban los beneficios programados. Si aplicamos el ritmo actual a toda la concesión, serán necesarios por lo menos tres o cuatro años para que las vías se encuentren en condiciones de convertirse en vías de pago. "No se exige el cumplimiento de los cronogramas"