Es dable, recomendable y masticable todo el material ahí incluso que no es para ilusos sino para todos quienes hacen del manyar un placer a todo masticar. Revíselo y escójale el preciso para Mamá. De mi parte, sugiero una vueltecita por la ruta a Barbasquillo, saliendo de Manta, con caída en las cabañas de The Frog (El Sapo). Rica jama, bien preparadita y con una carta extensa que placerá al más exigente. Lotro día estuvimos por ahí con dos preciosidades, la poeta Chanena, mi cuña Emilia y el maestro de la trompeta, don Luis, y la sentada a la mesa fue de lo más plácida, con impresionante vista al mar. Puedo dar fe de la corvina en salsa de mariscos acompañada de ensalada y papa con su cremita en bacán ¡Hmm!, pero también se puede ordenar un camotillo frito o cualquier plato internacional o criollo. Como seña: el ceviche de pescado de Luís (una fuente más grande que él) costó 5 dólares. Y si quiere, el que quiera, puede aprovechar la estancia y turkearse un bacaneo cabañal. Cuestión de cada cual.