No sé si alguna vez te conté. Solía ser un poco despistado.Nací en Colón, una provincia costera en Panamá. Por eso soy colonense. Es una buena combinación: Colonense y despistado.
Cierta vez fui a una capilla para visitar a Jesús Sacramentado. Es mi mejor amigo. Y siempre que puedo, paso a saludarlo. Ese día noté una gran Biblia abierta en un costado del altar. No sé por qué pensé: “Dios te quiere hablar”. Y me acerqué para leer donde marcaba el separador de páginas.
Asombrado leí: “Carta a los Colonenses”.
“Dios santo” pensé, “esto es para mí”. “Soy colonense”.
Y leí encantado: “Si han sido resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba”. “Que la palabra de Cristo habite en ustedes y esté a sus anchas”.
Fue una experiencia maravillosa.
Dios tiene sus formas simpáticas de hablarnos a cada uno.
Pasé la tarde pensando en esto: “buscar las cosas de arriba”. Como decía san Alberto Hurtado: “¡Mi vida, pues, un disparo a la eternidad! No apegarme aquí, sino a través de todo mirar a la vida venidera. Que todas las criaturas sean transparentes y me dejen siempre ver a Dios y la eternidad”.
Al día siguiente desperté con el ánimo de regresar y saber más de esta carta.
En la hora de almuerzo salí del trabajo y me dirigí a la capilla. Entré en silencio y vi complacido que la Biblia seguía allí, aún abierta.
Me acerqué emocionado y leí, esta vez con detenimiento: “Carta a los colosenses”.