Las estadísticas entregadas por la Unidad de Investigación de Accidentes de Tránsito atemorizan, ya que la casi totalidad de los accidentes que se producen en las vías manabitas, especialmente durante los fines de semana, son provocados o por lo menos participan personas en estado de ebriedad. Con más de dos copas de licor en el organismo, los reflejos se vuelven más lentos y, contrario a lo que dicen los bebedores, no se agudizan los tiempos de reacción; los disminuye, restando posibilidad de acción en un momento emergente. Las vidas perdidas por esta causa son muchísimas y es tardío el arrepentimiento por los brindis. Las cifras muestran un alarmante crecimiento del hábito de beber alcohol, sobretodo, la madrugada de los sábados, luego que los jóvenes salen de bailar. Y llama la atención que el alcohol es consumido ahora, por igual, por hombres y mujeres. Al influjo del licor la personalidad cambia y se olvidan elementales reglas de respeto, entre ellas las de tránsito, lo que es agravado por controles insuficientes de parte de la Policía Nacional y la falta de formación de una conciencia firme para que quien conduzca no tome. El alto porcentaje de personas que consumen alcohol y maneja obliga a profundizar las campañas para prevenir accidentes. En particular, los jóvenes deben ser advertidos de los riesgos de conducir alcoholizados. Así evitamos accidentes que, muchas veces, terminan en tragedias irreparables.