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Victor Palacios Orellana
Fracasar en la preparación es prepararse para fracasar

Está en el centro de la crítica general la mediocre actitud y desenfado con el cual se envisten las organizaciones responsables de la seguridad pública de los comunes ciudadanos que deambulamos todos los días en esta linda ciudad. No contestar las llamadas a los números 102 - 101 - 911 - 131 es un juego de lotería, yo le llamaría la lotería de la vida.

Jueves 08 Noviembre 2007 | 20:16

Han pasado un cuarto de siglo y el desarrollo de nuestras organizaciones de socorro ha sido estancado por intereses ocultos que han potenciado nuestra vulnerabilidad ante las amenazas que la naturaleza y el hombre o una mezcla de ellas. Esta situación está poniendo de frente a todo un conjunto humano con su propia desidia por iniciar un cambio de dirección en el quehacer de la protección civil en nuestra provincia. Tal parece que el escuchar casi todos los días al responsable de nuestra seguridad ante los eventos adversos, que todo se hace con dinero y “dinero hay”, es suficiente justificación para no hacer nada. Es la famosa crónica de una muerte anunciada...Cuando se presente un nuevo incidente lo mismo diremos, no hay plata Pero cómo pedir más dinero, que solamente ha caído en saco sin fondo. Y les doy un ejemplo: el sóo hecho de bordar la palabra paramédico en una camiseta o uniforme no es suficiente para que las personas que hemos sido rechazadas o excluidas de este mal servicio nos sintamos protegidas o satisfechas. Es hora ciudadanos de unirnos y encontrar otro tipo de estrategias, otro tipo de actitud frente al desarrollo de una Cultura de Gestión de Riesgos y Desastres; es el momento de profesionalizar a todos los miembros de las organizaciones de socorro, es hora de concentrar nuestro esfuerzo en cambiar los esquemas que han imperado contrarios al desarrollo y que parecen haber olvidado las duras lecciones del pasado, de los desastres en nuestra provincia. Estos esquemas están colapsados y que no son nada seguros y nada profesionales. Lo que ocurre es que ellos, los responsables, no han estado tirados en el asfalto por horas esperando que llegue un patrullero o ambulancia; y cuando han llegado no saben ni atinan en brindar un servicio de calidad, pues se escudan en el termino de que “soy voluntario y nadie me paga”. Y no es suficiente. Jamás podremos medir los efectos negativos y las vidas que se pierden durante un accidente o un desastre, pero sí debe quedar en la conciencia negligente de quienes tienen el deber de prepararse y tomar decisiones para el bienestar de los demás. Invito a los interesados a escribir a este mail y unirse a la campaña de concienciación, y que en los próximos días se concentrará para dialogar sobre estos temas el desarrollo de una verdadera cultura de prevención de los desastres, como ciudadanos, como responsables de una idea ......idea que puede salvar muchas vidas. "Es la famosa crónica de una muerte anunciada"
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