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Chañaral: entre el viento y la arena

Poco antes de Copiapó, pareciera existir una línea divisoria entre bosques breves y la iniciación del gran desierto. El transporte avanza, entre perfiles de rocas y un viento que cruza en distintas direcciones, después todo es arena, viento y desierto. Al fondo, por fin aparece la pequeña ciudad de Chañaral, capital de la provincia del mismo nombre, en la tercera región de Chile.

Domingo 04 Noviembre 2007 | 20:53

Urbe pequeña en población, apenas con 14.000 habitantes, denuncia un éxodo bastante marcado. Sin embargo, la ciudad en distintos niveles confunde al turista, que le toca cruzar o vivir en una urbe de casas de un piso, denunciando ser parte de una región sísmica y de profundos peligros, como terremotos, y a lo mejor un tsunami, que asusta a la población. Sorprende muchas cosas, porque la bondad de sus habitantes no es una sorpresa, Chile es un gran escenario de fraternidad y solidaridad, pero sí la enorme cantidad de perros no agresivos, apostados en las esquinas de las calles. La cultura del perro es evidente, incluso los que caminan la ciudad para conseguir una salud estable, observan como junto al deportista va el perro, este personaje que aparece en la Odisea de Homero y que dueño de un olfato increíble, fue el que recibió y reconoció a Ulises después de veinte largos años. Y más allá de Chañaral, las pequeñas ciudades como Salvador, con 8.000 habitantes y un centro minero, todavía en esplendor; un alcalde, dueño de un discurso estructurado e identificado con los anhelos de su pueblo; un ingeniero resuelto a derrotar el desierto, sembrando árboles en cada amanecer. El General Eloy Alfaro Delgado, tenía razón cuando afirmó: que el árbol conserva la humedad y atrae la lluvia. Una propuesta seria la vamos a cumplir, llevar árboles de algarrobo para que el proyecto del ingeniero se cumpla porque como él lo afirma, levantados los bosques se pueden incrementar las lluvias, en un desierto, como el de Atacama, el más seco del mundo, donde las lluvias llegan después de cuatro años. ¡Gracias Chile! Por lo que me diste, es muy difícil de explicar aquel torrente de emociones.
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