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Hijos del corazón

Cuando se quiere adoptar un hijo, esa nunca es una decisión fácil. Puede hacerse por “caridad” o se lo puede hacer por “amor”. Creo que se debe optar por la adopción cuando se desea vivir y sentir la maravillosa experiencia de tener un hijo, es decir de sentir y vivir el amor profundo, eterno, incondicional.

Martes 30 Octubre 2007 | 22:53

En la mayoría de los casos las parejas que piensan en esta posibilidad, son las que no pueden ser padres biológicamente, eso origina una serie de desarreglos emocionales en la familia, conflictos entre la pareja, culpas, frustración, etc. Si en ese momento adoptáramos esa actitud será percibida por el hijo o hija y esos sentimientos inevitablemente generan inestabilidad, temor, inseguridad, vergüenza. Entonces la adopción no se convierte en el acto de amor como ésta debe ser. Por ello, los padres que no pueden tener hijos, deben prepararse para asumir esa realidad, no como un castigo sino como una realidad, el reconocer que ese camino natural ya no es posible, es fundamental y hay que dejar transcurrir un poco de tiempo para asumir con buena vibra, la otra posibilidad, la de ser padres por adopción. Esperar a que internamente estemos listos para tener un hijo o hija que está esperando por nosotros en algún lugar. Sólo cuando nos hemos mentalizado positivamente y vemos la adopción como el acto de amor que es, podemos comenzar a desarrollar el estado afectivo que requiere el trascendental paso de adoptar un niño o niña. Reconocer nuestra necesidad personal de sentir el ansiado privilegio de ser padres aunque no lo hayamos concebido. Sin duda enfrentarse a la adopción como acción concreta, ya es un acto de valentía, de amor y de solidaridad; y el tiempo de espera por todo el procedimiento legal que hay que llevar, debe ser entendido como la preparación, vivirse como el embarazo, en el que piensas, sueñas y añoras a tu hijo o hija que está por venir, aunque haya crecido en otro vientre. Siempre teniendo claro que los niños no son mercancía, y por lo tanto no podemos encargarlos bajo modelo, blanquito o morenito; ¡no¡ los niños y las niñas son y como quieran que sean tienen todo el derecho de ser amados. Pero lo más importante quizá es asumir la verdad desde el primer momento, vamos a tener un hijo o una hija, un regalo que Dios pone en nuestras manos, quizá no de la forma convencional, pero que es él quién nos lo entrega. Reconocer que es nuestro hijo o hija, que no creció en mi vientre pero que sin duda crecerá en mi corazón. Hermosa manera de explicarlo cuando pregunte… ¿Yo crecí en tu pancita mamá?.
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