Hoy, un proyecto viable sería un tren entre Manta y el río Morona o el río Napo. El puerto de Manta debe ser el destinatario de ese sueño considerando es el principal puerto marítimo del Ecuador y que se encuentra en la tierra que vio nacer a nuestro ilustre paisano, pero especialmente por tener proyectado convertirse en corto plazo en puerto de transferencia a los grandes buques de la cuenca del Pacífico que deben llevar carga a Brasil, como una alternativa viable al canal de Panamá. Sería el proyecto más ambicioso en materia vial. Cuando el actual ministro fue presidente de los ferrocarriles sólo le interesó la rehabilitación del viejo ferrocarril, el que básicamente tiene proyección turística; y escamoteó la posibilidad de conformar una “comisión para el citado proyecto” y hacerle conocer al presidente Correa sobre el tema: Aduje a que eso le correspondía al ministro Trajano Andrade; ya ahora como ministro de obras públicas no quiere saber del tema. Los grandes enemigos –entre otros pequeños-, de la modernización de los ferrocarriles han sido las transaccionales de los motores de combustión interna y de las refinerías de petróleo, a cuyos intereses se han prestado los gobiernos de turno y los transportistas. En los países desarrollados es indiscutible la prioridad y la masificación del transporte por vía férrea, por racionalidad económica y evitar el sobre-calentamiento y la contaminación porque usa energía limpia. El presidente Correa, como visionario y comprometido con el nuevo proyecto de país que queremos los ecuatorianos, debe conformar la citada “comisión” para estudiar los alcances de estos proyectos con los principales actores: los beneficiarios, los financistas y constructores. Entre los beneficiarios de este proyecto no sólo está el Ecuador sino los otros países que conforman la cuenca amazónica.