Nunca más nuestra región debe quedar relegada de las deliberaciones de fondo y, más aun, con los temas constitucionales, como mucho menos es de esperar que nuestros representantes sólo vayan a levantar la mano o a asentir lo que los “jefes de bloque” dispongan o hayan desarrollado.
Deberán probar tal condición de inteligencia y estudio que en el futuro debamos sentirnos orgullosos de hechos que, constando en la nueva constitución, hablen del nivel de patriotismo y buenas intenciones con que aportaron nuestros representantes en los seis u ocho meses que dure la elaboración de la nueva carta magna.
Es más, para los recién electos, la más dura prueba será disentir o debatir, de igual a igual, con un buen grupo de asambleístas que, siendo ya “curtidos” en la arena política, querrán imponer condiciones o manejar intereses que no siempre serán para beneficio de una mayoría que aspira cambios radicales.
Es más, la tarea es tan dura y decidora para los nuestros como que sólo tienen dos escenarios, y que son: descollar en medio de una mayoría absoluta ( que es la línea de gobierno) con argumentos y debate, o probar desde una minoría que a pesar de esa “desventaja” bien puede incluirse en el nuevo texto temas que se acomoden a la aspiración comunitaria.
El hecho es que nuestros asambleístas deberán tener claro que podrán pasar a la historia o desaparecer en el anonimato, y para ello los más “fogueados”, como Andrade, Guillem, Mendoza o Viteri, deben entender que la “marca manabita” debe ser total y para ello deberán obligar a los más “bisoños”, como Alcívar, Zambrano, Vela, y Benavides ( al margen de las ubicaciones políticas) a ser lo suficientemente equilibrados y deliberantes para lograr los objetivos que como Ecuador primero y luego como provincia se está anhelando.
Sería prudente que una vez que se oficialicen los resultados, y sabiendo que no es tiempo de campaña y que por estos días bien se pueden socializar en Manabí las ideas de nuestros asambleístas, conozcamos un poco más de sus propuestas, pero de las propias, de lo que aspiran o sueñan para un nuevo país; y de tal forma que en el impulso que tengan de su comunidad se “envalentonen” para ser protagonistas y nunca más sumisos u obedientes de lo que los “jefes o altos dirigentes” dispongan aunque éstos vengan del mismísimo centro del poder. Porque los OCHO comprovincianos deben entender que: o ponen marca de capacidad o quedan marcados por no poner en alto una bandera provincial que ahora, más que nunca, debe ser protagonista.
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