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El pulso de la  salud universal
El pulso de la salud universal
Por: Víctor Corcoba Herrero

Jueves 18 Marzo 2021 | 11:09

 El ciclo existencial, desde el comienzo hasta el fin, nos pone a prueba. Aquí no valen las palabras, sino las acciones concretas. 

Sabemos que todos nos merecemos igual respeto; sin embargo, la realidad habla por sí misma. Cada día hay más abusos y más incumplimientos de los derechos humanos. El sufrimiento lo reducimos o lo esparcimos entre todos. La irresponsabilidad no puede gobernarnos.
“Nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté a salvo”, ha sido el mantra de la Organización Mundial de la Salud desde el comienzo de la crisis sanitaria mundial causada por el COVID-19. Sin embargo, esta frase por solidaria que nos parezca, cuando no va directa al corazón por los motivos que sea, difícilmente puede llevarse a buen término. Nos falta ese espíritu verdadero hacia aquellos que necesitan aliento en la enfermedad o ayuda en la escasez de alimentos. Ojalá aprendiésemos a ser equitativos, a no discriminar a nadie, a sentirnos familia de verdad, seguramente entonces practicaríamos una justa distribución de beneficios y responsabilidades. 
Por cierto, ahora nuestra primera obligación como seres vivientes, es hacer realidad la igualdad de acceso a la vacuna contra la enfermedad. Este es el horizonte a conquistar. No quedemos en la simple palabra; y, lo que es peor, tampoco cambiemos la robustez de lo saludable, por enriquecernos patrimonialmente a cualquier precio o la independencia por el afán de dominio.
El  2021 ha sido designado como el Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales, y en verdad es de justicia, reconocer y agradecer la inquebrantable entrega de estos trabajadores a la lucha contra la pandemia; pero, no podemos quedarnos en los bellos lenguajes de los aplausos, se requiere también una urgente acción que nos universalice. 
Por otra parte, es público y notorio que este globalizado mundo se enfrenta a una escasez mundial de trabajadores sanitarios. Sabemos, pues, que debemos invertir mucho más en educación, empleo y trabajo decente, para proteger al mundo de las enfermedades y lograr, de este modo, esa cobertura sanitaria inclusiva, que no deje a nadie en el camino. 
En consecuencia, acoger la vacuna contra el COVID-19, es una responsabilidad moral de todo el linaje, puesto que ponerla no es sólo cuestión de nuestra propia salud, sino también una acción en nombre de la solidaridad, especialmente con aquellos más vulnerables.
En una economía mundial altamente interconectada, acelerar la vacunación, sin exclusión alguna, es la mejor medida para salir adelante; además de activar las ayudas de emergencias a empresas y hogares, adaptadas a las circunstancias de cada país, hasta que se logre una recuperación duradera de la crisis sanitaria.
 
Víctor Corcoba Herrero
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