Con el paso de los días, nos damos cuenta de que esta trama electoral se repite en cada elección, que los candidatos finalistas no tienen la verdadera aceptación, que todo el sistema queda en duda y la palabra fraude ronda nuestras mentes.

Con este ir y venir de impugnaciones, caminatas de reclamos, intervención de autoridades, y todo un país esperando decisiones conscientes, legales y por sobre todo éticas de los principales del CNE, se van pasando los días y para quienes somos el pueblo, los observadores, los de a pie como decimos, nos queda el sabor amargo de la inestabilidad, la impotencia y la gran decepción de no saber ya qué hacer, por quién votar, y quién será el mandatario que sin intenciones macabras nos pueda gobernar.

En este intento de conservar la democracia, quienes alzan su voz, reclaman y exigen transparencia no logran el respaldo mayoritario, y yo me pregunto por qué nos cruzamos de brazos, por qué permitimos que nos dejen sin alternativas, por qué los candidatos de mayoría no proponen las soluciones precisas para nuestro país, sino que con mentiras y demagogia quieren obtener el voto a costa del fraude.

Y aquí viene la frase con la que arranqué este escrito, con la que hago alusión a la honradez y al fracaso, al triunfo y al fraude, porque desde hace mucho tiempo atrás Ecuador no ha sido más que la víctima de todas las triquiñuelas y mañosadas respaldadas en un sistema de cómputo manoseado y dirigido por quienes, investidos de autoridades intocables en el CNE, hacen de las suyas, condenando al país a tener gobernantes corruptos e incapaces. Ambos males sin remedio, los unos porque con intenciones asaltan los recursos del Estado y los otros porque, sin capacidad ni conocimiento, nos condenan a una espera desesperante de propuestas y soluciones que nunca llegan.

¿Qué pasará de aquí hasta las próximas elecciones? ¿Habrá respuestas de las autoridades para sanear dudas? ¿Preferirán que se piense que hay fraude en lugar de transparentar los datos de las actas? ¿Será preciso que la Contraloría y la Fiscalía intervengan para que estos consejeros, a quienes les quedó grande el puesto, hagan caso del reclamo de un pueblo que espera respuestas o preferirán que la ética y la razón sigan siendo vulneradas?

No hay peor mal que un sistema democrático sin transparencia ni libertades, no hay peor elección que aquella donde no hay alternativas, y no hay peor gobernante que aquel que llega por fraude. Y mientras tanto, la gente muere por COVID porque no hay planificación en el sistema de salud, hay desastre en las cárceles, sigue la delincuencia campante, la reactivación económica en espera, el país en terapia intensiva. ¿Hasta cuándo?