Empiezo con un ejemplo para que, imaginariamente, los lectores puedan entender el objetivo de esta columna de opinión. El día domingo ingresé a una heladería que tiene un sinnúmero de sabores de helados. Al estar frente a los sabores, no supe cuál elegir. Había sabores que por primera vez había escuchado. Elegí de chocolate; el de siempre. Llegué a la mesa y mi esposa había escogido sabor a vainilla; e inevitablemente discutimos… ¿cuál es mejor y por qué? Ella dio sus argumentos, yo los míos. Llegamos a la conclusión de que cada uno escoge un sabor por distintos factores. La elección del sabor no depende de si es el más vendido o el más delicioso. Depende de cómo mis sentidos y mis preferencias se alinean para escoger el sabor que más me gusta, aunque sea muy básico, exótico, o el de siempre. Eso no significa que vainilla es el peor sabor, ni que chocolate sea el mejor. Significa que la autonomía de nuestras decisiones está por encima de las de los demás. Sucede lo mismo en el ámbito electoral. Usted dirá: no hay comparación; por un lado, es el futuro del país y por otro es un simple helado. La analogía que describo no es para entender el qué pasará, sino que trata de explicar cómo decidimos algo que nos conviene individualmente. No hacemos elecciones emocionales considerando el después, sino cómo nos sentimos hoy y ahora al escoger A o B. A diferencia de la mayoría de nuestras decisiones, el voto no es racional. Con los resultados de la primera vuelta se han creado espacios de discusión que tratan de imponer una idea “correcta” por sobre la de los demás. Por ejemplo: aseverar que ya a nadie convence el correísmo porque el 65% de los ecuatorianos no votó por Arauz es igual a decir que el 80% de los ecuatorianos nunca se ha convencido, en tres elecciones, con el lassismo. Es de pensamientos muy binarios decir tales cosas. Que la gente no haya votado por Arauz no significa rechazo, porque de ser así, el rechazo, por ejemplo, a Pérez, es el mismo que a Lasso. ¿Se da usted cuenta que hablar de rechazo porcentual es muy fofo? ¿Se da cuenta que quien aplaude este tipo de razonamientos se miente a sí mismo para mentirles a los demás? Los resultados para Arauz y Lasso en la primera vuelta han sido reveladores ya que deberán analizar, entender y convencer al elector de Hervas y Pérez que se encuentra fuera de la polarización correísmo y anticorreísmo. El que no lo haga perderá. José Saramago en uno de sus pasajes decía: “He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”. Este fin de semana iré por otro helado, pero me aseguraré de no escoger el más vendido, ni el que mi esposa diga que es el “mejor”, sino el que más quiera en ese momento.