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Ina
Ina
Por: Keyla Alarcón
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Miércoles 27 Enero 2021 | 04:00

Esta semana saltó a las noticias la historia de la osa Ina, la que pasó veinte años en cautiverio en una jaula de un zoológico de Rumania y finalmente fue trasladada al Santaurio Libearty, en el mismo país, en el que goza de mejores condiciones: estanque, guarida y boscaje; sin embargo, ella sigue caminando en círculos pequeños como si estuviera en una jaula imaginaria, debido al trauma vivido a lo largo de muchos años de privación de libertad.  

Este acontecimiento me recuerda la historia del elefante que siendo pequeño fue atado a una cadena que frenaba su escape; mientras el animal era un bebé esa atadura esa suficiente para retenerlo y aunque éste tratara con todas sus fuerzas de romperla le resultaba imposible y creció con esa idea hasta su vida adulta; un día, un niño pasa por allí y ve al animal tan grande atado a esa cadena y le pregunta al papá por qué éste, siendo uno de los especímenes más fuertes en el planeta, no rompe ese grillete y abraza la libertad y el padre contesta que la razón es que el animal creció con ese obstáculo mental que le impide liberarse. 
Los seres humanos también tenemos situaciones parecidas que nos frenan de correr a la libertad: traumas de la infancia, fracasos, lecciones con finales dolorosos, creencias, las que limitan nuestra capacidad de experimentar con plenitud; preferimos quedarnos en pequeñas zonas conocidas, que nos otorgan una relativa confianza, que ir tras lo nuevo e inexplorado y la posibilidad de progresar.  Nos volvemos de manera simbólica sedentarios, aunque tengamos miles de cerros por recorrer.
Las ataduras mentales, más que las físicas, son como esa pequeña cadena que sostiene a un gran elefante o que impiden que Ina disfrute del bosque; nos atrapan en el mismo lugar por largos años, impidiendo ver ese gran horizonte.  La historia de la humanidad está llena de episodios funestos, pero también de resiliencia, terapia, conciliación, superación, evolución y nuevas metas; el ser humano es como un camaleón que se adapta con creatividad e inteligencia, venciendo un único escenario; desde el bipedismo hasta nuestro lenguaje tan complejo dan testimonio de lo que hemos podido lograr y seguimos desarrollando más habilidades.  
David del Rosario, investigador de la neurociencia, dice que no podemos dar a nuestra memoria la capacidad de dirigir la vida cuando ésta no es su función; ante un trauma, lo mejor es vivir el presente y entender que los recuerdos son herramientas de aprendizaje y no están para gobernarnos. 
 
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