La educación es uno los pilares fundamentales de una sociedad para su desarrollo en todos los sectores. Sin embargo, muy poco o nada se habla al respecto de la saturación de profesionales en ciertos sectores, como por ejemplo la carrera de Derecho. La Senescyt tiene registrados cerca de 128.000 títulos de Derecho, es decir, casi un 10% del total de títulos registrados (1’300.000), en un medio donde un 50% de los empleos son generados por el sector agrícola, pesquero, ganadero, pesquero, y comercial.
Los planteles educativos siguen ofertando carreras con las mejores intenciones, sin conocer las verdaderas necesidades del mercado laboral. Basándonos en las cifras provocadas por el bajón provocado por la pandemia, apenas 1’200.000 ecuatorianos poseen un empleo pleno, el resto (7’600.000) vive el día a día o en la informalidad; así, seguiremos observando con el paso de los años a más profesionales formando pequeños negocios como vendedores de comida, jugo, postres, y más negocios al por menor.
La informalidad sirve para obtener un dinero adicional, pero no debe reemplazar el trabajo de un profesional o una empresa que invirtió tiempo y dinero en bienes para ofrecer un producto o servicio de calidad.
Esta realidad nos lleva a pensar en la urgencia del desarrollo, tecnificación, industrialización de sectores abandonados que permitan acoger a todo este recurso humano subutilizado que seguirá aumentando con el paso de los años; tal es el caso del sector minero, este ha sido visto como un sector dañino para nuestras reservas ecológicas, pero que puede aportar con tantas fuentes de trabajo con políticas ambientales bien definidas; la agroindustria es otro sector que en nuestro medio se sigue desempeñando sin mayores cambios, por la falta de políticas gubernamentales que permitan al agricultor contar buenas carreteras para el acceso, un buen sistema de canales de riego para evitar que pierda su inversión en malos inviernos. Consideremos también el efecto de fomentar la repartición de cargos por medio del tráfico de influencias, promovido por quienes en su momento decían que quieren un país competitivo.
En conclusión, es urgente que nuestros candidatos a la presidencia dejen bien definidas sus propuestas, con una estrategia realizable y que esté bien aterrizada para la generación de empleos plenos que permitan adquirir bienes, servicios, ahorro, educación, crecimiento profesional, y realización de vida que fomente una economía saludable.